«Todos somos valiosos y siempre se puede echar una mano»

V.M.
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Julia Guindo Ibáñez recibe el Reconocimiento a la Iniciativa Social por su labor de voluntariado

La veterana voluntaria Julia Guindo Ibáñez. - Foto: Javier Pozo

El jurado de los Reconocimientos a la Iniciativa Social en Castilla-La Mancha ha concedido este año dos galardones por categoría y tres distinciones especiales. Entre los premiados figura Julia Guindo Ibáñez, una voluntaria alcarreña de 86 años, todo un ejemplo de dedicación a colectivos desfavorecidos y personas en riesgo de exclusión social a través de su labor como voluntaria en la Asociación Guada Acoge y en el Banco de Alimentos.

Julia Guindo ha sido distinguida en el área de Voluntariado y representa a esas personas que a título individual  contribuyen, junto con otras instituciones, a «dar una respuesta a la ciudadanía en el ámbito social y a mejorar la calidad de vida de la gente», en palabras de la propia consejera de Bienestar Social, Bárbara García Torijano. Nacida en la pequeña localidad de Alcocer, donde aún reside durante los meses de verano, tiene dos hijas y un hijo que viven en Madrid, cinco nietos y tres biznietos, y confiesa a La Tribuna que pasó a dedicarse de lleno al voluntariado tras enviudar hace 18 años.

Imagino que muy satisfecha con este reconocimiento del Ejecutivo regional…

Sí, es un premio que me hace mucha ilusión, porque supone reconocer la labor social y de voluntariado que llevo a cabo desde hace muchos años.

Su caso es un claro ejemplo de que envejecer no está reñido con mantenerse activa y continuar una formación académica.

Así es. Al jubilarme -tenía un establecimiento comercial en Madrid- me vine a Guadalajara y me apunté a la Universidad de Mayores, hice la carrera de Humanidades y Ciencias de la Naturaleza, también realicé cursos monográficos y ahora estoy estudiando Filosofía e Historia del Arte en la UNED, nunca es tarde para aprender.

¿Cuál es el secreto para mantenerse en ese estado de forma y tener tantas inquietudes?

No lo sé, es mi forma de ser, no tengo ningún secreto. Cuando me quedé viuda tuve claro que no me quedaría en casa viendo la tele, no sé si serán los genes, pero me va muy bien así, me aporta muchas ganas de vivir y de ayudar a los demás.

¿Desde cuándo realiza esas labores de voluntariado?

Bien cuando era joven tuve que trabajar mucho y no tenía tiempo, me he centrado en ello durante las últimas dos décadas. Como secretaria del Banco de Alimentos me encargo de las cuentas y de los pagos, mi labor como voluntaria se centra más en Guada Acoge, una asociación que presta atención integral a los inmigrantes desde su sede de la Casa de Nazaret, en la Avenida de Venezuela.

 ¿Y en qué consiste ese apoyo?

Pues desde enseñar a hacer ganchillo a las mujeres a acompañar  a familias  con niños, estoy abierta a cualquier sugerencia o actividad que necesiten o me propongan. Dedicó a esta actividad dos horas a la semana, todos los viernes,  pienso que esa predisposición para ayudar es siempre valiosa en todas las personas.

 ¿Existe una suficiente sensibilización en nuestra sociedad ante los problemas que deben afrontar los inmigrantes?

Creo que no se les ayuda mucho, porque esta gente lo tiene realmente muy difícil y deberían tener más apoyo y orientación. He estado desde con mujeres de Gambia, emigrantes de Ucrania, con personas de Venezuela y de otros países de Sudamérica... en este caso el idioma es algo muy valioso para lograr la integración en nuestra sociedad. Guada Acoge les ofrece una importante atención y asesoramiento, siempre dependiendo de las ayudas de las distintas administraciones a la hora de desarrollar su labor.

Además hay erradicar esa falsa idea de que los extranjeros vienen a  quitarnos el trabajo, porque en muchas ocasiones se centran en actividades que los españoles no desean hacer. En mi caso hago amistad con ellos rápidamente, porque es buena gente que debe salir de su país para ganarse la vida y, como suelo decir, la Tierra es de todos, nosotros hemos tenido la suerte de nacer en España, un país privilegiado en muchos aspectos, y ellos sólo aspiran a tener una vida mejor, una aspiración lógica, porque en caso contrario no saldrían de su patria.

¿Es por ello que no se plantea dejar esa actividad de voluntariado pese a los años?

Sí, con lo que estoy haciendo me conformo, porque con mi edad no puedo avanzar más, mientras pueda y mi cuerpo me responda seguiré ayudando, no me puedo comprometer a más por los lógicos límites que me imponen mis 86 años, pese a tener una buena salud.

¿Qué mensaje transmitiría a esta sociedad que muchas veces parece querer relegar a los ancianos a un papel secundario?

Sí, se traslada a veces la idea de que somos un estorbo (risas). Yo diría a esa gente que piense que también llegarán un día a ser mayores y le gustará vivir de la mejor forma posible y sin sentirse limitado. Creo que la gente debería aprender a ser más humana y ser consciente de la situación que atravesamos, todos somos valiosos y siempre se puede echar una mano, además sentirse útil te favorece en todos los aspectos de la vida, siempre digo al resto de voluntarios que al ayudar sentimos que también la gente nos ayuda.

¿Y cuáles son sus principales aficiones?

Todos los días tengo algo que hacer, los lunes voy a la Biblioteca, los martes al Club de Lectura, miércoles y jueves asisto a clase, el viernes lo dedico al voluntariado, sólo me quedan el fin de semana libre, es cuando descanso un poco en casa y aprovecho para salir con mis amigas. Me gusta mucho leer, prácticamente desde pequeña estaba siempre leyendo todo lo que caía en mis manos.

¿Qué le pide al futuro?

No tengo más retos, me conformo con tener salud para poder seguir con lo que estoy haciendo, creo que tengo un límite y ya no puede ampliar más mis actividades.

Para terminar, ¿le gustaría lanzar algún mensaje a sus conciudadanos para animarlos a colaborar en distintas iniciativas sociales? Que piensen en ayudar un poco a esa gente que lo necesita, porque ese compromiso también nos aporta mucho como personas.