Jaime Nomen Torres (Tortosa -Tarragona-, 23 de junio de 1960) es un astrónomo aficionado español que ha trabajado en los observatorios de La Ametlla de Mar y de La Sagra, y actualmente es el responsable del observatorio Deimos Sky Survey. También forma parte del equipo de La Sagra Sky Survey (LSSS). El Minor Planet Center le reconoce el descubrimiento de varias decenas de asteroides, entre los que están (24048) Pedroduque y (38671) Verdaguer.
Se calcula que en el espacio hay en torno a 17.000 objetos, entre basura espacial y meteoritos. ¿Esto es peligroso?
Depende. Para la vida en La Tierra no es peligrosa la basura espacial porque la probabilidad de que caiga un objeto y pueda matar a alguien o causar un daño importante es muy pequeña, prácticamente ínfima. En todo caso, el peligro podría venir de las rocas o asteroides, que son mucho mayores. No obstante, el peligro de la basura espacial se encuentra en toda la actividad que se produce en el espacio próximo a La Tierra, es decir, que satélites activos pueden ser colisionados. Estos satélites cuestan mucho dinero y en gran parte de ellos basamos hoy en día nuestras comunicaciones. La chatarra espacial puede destruir y explotar estos satélites. Y a su vez también pone en peligro la basura espacial a los viajes espaciales e incluso a la Estación Espacial Internacional, puesto que cuando hay personas en el espacio pueden correr riesgo.
Películas como Gravity ponen de manifiesto esta posibilidad. ¿La película de Alfonso Cuarón exagera o lo que allí se narra puede ser una realidad?
Totalmente. De hecho, el riesgo cada vez va a más porque no se han puesto las medidas necesarias para evitarlo. Hay la posibilidad de que se produzcan choques en cadenas o lo que también se conoce como ‘Síndrome de Kessler’ o cascada de ablación, que es un fenómeno que podría darse que consiste en la explosión de un objeto y que sus fragmentos pueden chocar contra otros y así constantemente y romper cada vez más satélites, y producir una caída completa de las telecomunicaciones.
El coste de un sistema de vigilancia espacial es mucho menos costoso que el de un satélite. ¿Por qué se han invertido poco hasta la fecha en estos sistemas?
Hay que tener en cuenta que hay una fase previa a esto que es evitar que se produzca el space debris (basura espacial), que implica que todos los países del mundo adopten unas medidas para que los lanzamientos sean limpios y que no se produzcan restos, y que al final de la vida útil de los satélites éstos puedan ser quemados en la atmósfera o lanzados fuera para que no aumente la cantidad de space debris. Tras ello, la segunda acción que podemos realizar es el seguimiento de estos objetos sobre La Tierra, que se puede hacer de dos maneras: una que es más barata, que es el seguimiento óptico, que es lo que nosotros hacemos, y otra más costosa que es con radar. El óptico es más económico pero tiene limitaciones tales como que únicamente se puede observar de noche, mientras que el radar actúa en todo momento y ante cualquier tipo de climatología, incluso con nubes. No obstante, el radar tiene un problema, que es que no llega más allá de de 1.500 kilómetros, con lo que la chatarra que está más alta no se puede seguir con radar, aunque sí con sistemas ópticos.
Es decir, que la clave está en conjugar ambos sistemas: radar y telescopio óptico.
Efectivamente. Combinando el radar y el telescopio óptico se alcanzan todas las alturas y también se complementan las observaciones, puesto que hay objetos con órbitas muy excéntricas a los que se puede seguir con el radar cuando pasan cerca de La Tierra y después con el telescopio óptico cuando se alejan. Con lo cual, se les da cobertura completa.
Observatorios como el Deimos Sky Survey no hay como tal en Europa, tan solo en Estados Unidos. Podría decirse que Puertollano va a ser pionero en esta materia a nivel europeo...
En cierta manera sí. Europa se ha tenido que preocupar poco de estos temas, que derivan un tanto de la Guerra Fría, y era algo que ocurría en el bloque americano y en el soviético. Europa digamos que no ha tenido preocupación, pero ahora ya sí que ha comenzado a tomar cartas en el asunto y a tener su sistema propio independiente de rusos y estadounidenses. Y ahí estamos nosotros, que seremos bastante pioneros en Europa en este tema.
Viendo el panorama actual, clientes no van a faltar...
Por un lado tenemos a organismos oficiales, como la Agencia Espacial Europea y la Unión Europea. Pero también hay clientes en los operadores privados de satélites, como por ejemplo Hispasat, Astra, etcétera. Hay una serie de constelaciones de satélites de empresas privadas que pagan unas altas tasas en seguros por el tema de que sus satélites no lleguen a colisionar. Así que el poder establecer una serie de acuerdos con una empresa como la nuestra que puede decirles que en tal momento maniobren el satélite porque les puede chocar space debris es un alivio para ellas y una reducción de sus tasas de seguros. Es decir, que clientes va a haber por todos lados: agencias oficiales y empresas.
El Deimos Sky Survey puede incluso predecir el día exacto y la hora exacta en que un objeto puede colisionar con otro y poder avisar a estas empresas...
Efectivamente. Ésta es una de nuestras claves. El sistema tiene dos partes muy definidas. Una es el observatorio, que puede detectar los objetos y medir las posiciones. Pero luego hace falta un sistema complementario, que es el que con esos datos y esas medidas obtiene las órbitas, cataloga los objetos y juega a buscar colisiones en el futuro. Esta parte se desarrolla en las instalaciones de Deimos en Madrid y es el departamento que obtiene todos los datos, identifica los objetos y los cataloga. Las probabilidades de choque se obtienen a través de un software.
En Puertollano se encuentra usted junto a Miguel Hurtado, otro afamado astrónomo. ¿Se tiene previsto que haya más personal para el DeSS?
De momento estamos nosotros dos, pero poco a poco habrá más personas porque este proyecto va a generar muchísimos datos cada noche. No sabemos exactamente cuántos operadores necesitaremos. Lo bueno que tiene este sistema es que la observación se hace completamente remota y no hace falta estar de noche en el lugar, sino que los telescopios van solos rastreando el cielo. Esto genera una cantidad de imágenes tremenda, puesto que en una sola noche podemos llegar a hacer unas 15.000 fotografías del cielo. Estas imágenes se analizan en el software, que es capaz de analizar todas estas imágenes por noche y detectar todo lo que se mueve en ellas. Automáticamente, también identifica si son objetos conocidos o desconocidos, si es una roca o space debris, etcétera. Hay que destacar que el sistema procesa todas estas imágenes en tiempo real, puesto que de poco valdría analizarlas a los dos días para ver qué pasó en ese momento. Es decir, que en cuanto detecta algo, al momento le hace seguimiento.
Aunque el DeSS aún no está operativo por completo, hace unos días lograron captar el objeto que cayó sobre el Índico, cerca de Sri Lanka, siendo el único observatorio del mundo que pudo vaticinar el lugar y la hora exacta. ¿Qué ha supuesto para Deimos?
Ha sido todo muy curioso. En primer lugar, el objeto era diferente al space debris habitual porque tenía una trayectoria que venía de una distancia más lejana que la Luna, cuando el resto de space debris orbitan alrededor de La Tierra, así que todo hacía pensar que era algo que venía de algún lanzamiento hacia la Luna; incluso se llegó a pensar que podría ser un asteroide, aunque pronto se vio que era basura espacial. Se empezó a barajar mucho sobre si podría ser un resto de alguna misión Apolo, puesto que se han encontrado muchos restos, pero se ha demostrado que ha sido de un lanzamiento posterior a 2008 y hasta el momento no se desconoce de dónde procede, es algo sorprendente. Hemos tenido la suerte, y por eso nos interesó mucho hacer esta observación, porque venía justamente con una inclinación y hacia un lugar de La Tierra que desde aquí éramos privilegiados totalmente para observarlo hasta unos 2.000 kilómetros antes del choque con la atmósfera. Desde donde chocó era pleno día y no podían verlo, y desde el otro lado del Índico, tampoco; pero aquí eran sobre las cuatro o las cinco de la madrugada, justo antes de hacerse de día, y teníamos un ángulo de observación hacia el este muy bueno. De hecho, fuimos los últimos que pudimos observarlo, y gracias a nuestras observaciones se pudo computar la órbita y medirla con mucha precisión.
Usted lleva mucho tiempo dedicándose al sector de la observación espacial. ¿Qué tiene el observatorio DeSS que no tengan otros en los que haya estado?
Aquí hay una cosa muy curiosa, que es que aunque hablamos de telescopios y demás, todo esto tiene poco que ver con la astronomía o la astrofísica. De hecho, casi casi no observamos objetos astronómicos, sino que observamos chatarra. Lo único en común es que usamos telescopios ópticos, aunque éstos tampoco son convencionales. Están preparados de tal manera que no se puede poner el ojo en ninguno de ellos. Comparando con la fotografía, por poner un ejemplo, son grandes angulares, es decir, telescopios chatos y muy cortos. Esto es así porque necesitamos mucho ángulo de visión porque lo que hacemos es rastrear el cielo. Si usáramos telescopios de astrofísica, que son enormes y con mucho aumento para observar un punto concreto, apenas veríamos los objetos porque pasan muy rápido. La concepción de los equipos es muy diferente. Aquí tenemos que ver mucho cielo y tomar imágenes de todos los objetos. Esto tiene más que ver con la detección que con la astronomía como tal.
Usted es muy conocido a nivel internacional por su trabajo, sobre todo por descubrir el meteorito que más cerca ha pasado de La Tierra, algo que ocurrió en el año 2012...
La verdad es que fue un golpe de suerte. En ese momento nosotros estábamos descubriendo alrededor del 3 por ciento de los NEO (objetos cercanos a La Tierra, según sus siglas en inglés), que no es space debris, aunque sus herramientas de observación son parecidas. Por aquel entonces se estaba descubriendo en un 96 por ciento Estados Unidos, un 3 por ciento nosotros y el 1 por ciento restante, el resto del mundo, por eso fuimos muy afortunados de haber descubierto este objeto con sólo un 3 por ciento de posibilidades. Este objeto pasó a 27.000 kilómetros de La Tierra y fue el que más cerca ha pasado de este tamaño. Han pasado otros más cerca, pero más pequeños, con lo que no había peligro. Pero éste sí podía haberse llevado a una ciudad por delante si hubiera caído en La Tierra. Tenía un diámetro de 40 metros. Desde 2012 no se ha vuelto a encontrar ninguno de este tamaño que haya pasado tan cerca, aunque es posible que en dos o tres años pase alguno más cerca. Hay que tener en cuenta que este objeto pasó más cerca de La Tierra que algunos satélites, y se habló incluso de que podría haberse llevado por delante a algún satélite. Esto nos dio mucha fama.
¿Seguirá buscando meteoritos en esta nueva etapa?
La idea dentro del DeSS es compaginar todo esto. Es decir, hacer space debris, pero como los equipos son comunes, también queremos observar NEO. Vamos a dedicar una serie de noches a detectar asteroides próximos a La Tierra y posiblemente descubramos algunos, aunque cada vez es más difícil porque los equipos estadounidenses están cada vez mejor dotados y con mejores medios. De cara al verano llegarán los primeros descubrimientos. El verano es una buena época para nosotros, porque los americanos tienen peores condiciones para esa época puesto que sus observatorios los suelen tener en la zona sur.
¿Cómo es el enclave que se ha elegido para situar los tres telescopios del DeSS?
Es un sitio muy bueno. Lo es porque por el tipo de observación que hacemos nosotros no necesitamos cielos fotométricos (alta calidad) como pueden ser en zonas muy altas. Como rastreamos a baja resolución, lo que necesitamos son noches despejadas y con poca humedad. Es decir, sitios secos, oscuros y muy despejados la mayoría de tiempo posible. El único foco de luz está al noreste, que es de la refinería y de la ciudad de Puertollano, y apenas molesta. Además, estamos por encima de la capa de inversión de niebla, a 1.060 metros.