Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), España encabeza la lista de países con más jóvenes que no dan un palo al agua. En la provincia de Ciudad Real la generación 'nini', conocida así porque ni estudia ni trabaja, aglutina a 20.400 miembros, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2015. Su cifra ha bajado un 11,3 por ciento en un año, ya que a 31 marzo de 2014 eran 23.000 (en 2007 eran 16.300). Y lo ha hecho por encima de la media nacional (-7,9%) y del conjunto de la región (-2,8%), donde en la actualidad 75.500 castellano-manchegos de entre 16 y 19 años están parados por la falta de oportunidades, más de una cuarta parte. Y eso, según el sociólogo Roberto Barbeito, «es muy serio».
En este sentido, achaca su progresivo y ligero descenso a un «mayor gasto público». «En el contexto electoral, se ha producido un aumento de la oferta formativa para jóvenes desempleados y también del trabajo derivado de la iniciativa de los distintos gobiernos», explica sin descuidar que se ha podido tocar techo por otras dos razones: la emigración y la aceptación de puestos en condiciones muy precarias. «Llega un momento en el que uno empieza a buscarse la vida», según argumenta. Pero trabajar ya no significa ganarse la vida dignamente.
Barbeito, que forma parte de la Asociación Castellano-Manchega de Sociología (ACMS), asegura que esta tendencia a la baja es «coyuntural». Así, según pone de relieve, el número de jóvenes que ni estudian ni trabajan seguirá bajando en función de las políticas públicas que desplieguen los nuevos gobiernos. «No va a depender tanto de su inquietud o ánimo, sino de lo que se haga a partir de ahora por la promoción decidida del empleo y una educación que favorezca las necesidades del mercado de trabajo», indica el experto. Y es que «hoy por hoy no les ofrece aquello para lo que están formados o bien lo hace en unas condiciones cada vez peores».
«Estamos a la altura de Grecia y Portugal, los países que más han sufrido recortes y reformas estructurales que implican medidas privatizadoras y de flexibilización del mercado laboral para facilitar el despido y disminuir las cotizaciones sociales», advierte Barbeito poniendo el acento en la «relación que tienen esas políticas en la mayor prevalencia de 'ninis'».
estudios reglados. La cifra de jóvenes que ni estudian ni trabajan no es la única que ha bajado en la provincia. También lo ha hecho la de aquellos que cursan estudios reglados: de 86.500 a 84.000 en un año (en 2007 eran 100.700) porque, entre otros aspectos, no pueden hacer frente al coste de las matrículas. «No se trata de un problema de formación puro y duro, porque España tiene la generación más preparada y reciclada de su historia», advierte Barbeito aclarando, no obstante, que «el grueso de los 'ninis' lo forman aquellos que no concluyeron la ESO o no accedieron al Bachillerato».
«En los años de bonanza muchos apostaron por la construcción y, al llegar la recesión, fueron los primeros en notar sus efectos», expone. Sin embargo, Barbeito matiza que «no se trata de jóvenes vagos, sino de víctimas de unas circunstancias que les han hecho caer en el desánimo ante la ausencia de perspectivas». Así, muchos se dedican a matar el tiempo en la calle, pero según Barbeito, «el suyo no es un ocio buscado, simplemente es que no saben cómo encauzar sus vidas».
La falta de oportunidades afecta a los que han abandonado sus estudios y a los que los han culminado. Es decir, el sistema educativo les expulsa y el mercado laboral les cierra la puerta. Una realidad que pone de manifiesto la importancia de anticiparse a las necesidades del mercado laboral para formar a los jóvenes en habilidades y garantizar su desarrollo profesional.