Son monstruos en la calle y medrosos y esquivos entre rejas. Son incapaces de sentir el dolor que causan. En la cárcel no se relacionan con otros presos, no se meten en líos y tratan de pasar desapercibidos. Ninguno se ha sometido a tratamiento psicológico ni a programas para agresores sexuales. Son violadores y asesinos condenados casi de por vida de no ser porque el Tribunal de Estrasburgo les ha abierto las puertas de la cárcel al revocar la doctrina Parot.
Alguno ya ha recobrado la libertad y otros esperan hacerlo hoy o mañana. Este es el caso de Miguel Ricart, el único condenado por el triple crimen de Alcàsser, y de Juan Manuel Valentín Tejero, que raptó, violó y asesinó a la niña vallisoletana Olga Sangrador, de 9 años, aprovechando un permiso carcelario.
Valentín Tejero no está rehabilitado y la probabilidad de que vuelva a violar y asesinar «es muy alta», asevera una psicóloga penitenciaria en declaraciones a La Tribuna. Según la especialista, «es muy frío emocionalmente» y tiene una «afectividad plana». Un perfil de personalidad «muy psicopática». Sabe lo que hace pero no le duele hacerlo. «Es un agresor sexual, que actúa en solitario y sus víctimas son siempre menores, niñas». Valentín Tejero lleva años encerrado en Herrera de La Mancha sin dar muestras de arrepentimiento. Nunca ha querido someterse a tratamientos psicológicos ni al programa para agresores sexuales. «Tiene un plus de maldad y una alta probabilidad de reincidir cuando recobre la libertad», aseguró la psicóloga.
Miguel Ricart - Foto: /LT Valentín Tejero, al que fuentes penitenciarias definen de siniestro, realiza tareas de limpieza en la cárcel y labores organizativas del departamento celular.
Otro que según las fuentes no se ha reinsertado es Pablo García Ribado, conocido como 'el violador del portal'. Violó a más de 70 mujeres y tras pasar entre rejas 17 años, de los más de 1.700 a los que se le condenó, quedó en libertad hace unos días tras tumbar Estrasburgo la doctrina Parot.
García Ribado tiene una conducta «muy ritual» y «una fantasía desviada». Durante el tiempo que ha estado en Herrera de La Mancha no ha querido someterse a tratamiento alguno, aunque según los expertos en su caso probablemente no habrían sido eficaces como en otros porque es un individuo «muy agresivo, violento y malvado». En Herrera lo único que ha hecho es cultivar su cuerpo en el gimnasio.
Gallego Fernández, 'el violador del ascensor', que ha pasado largas 'temporadas' en el penal manchego, aunque los últimos años en Alcalá Meco de donde salió hace unos días, tampoco se ha sometido a tratamiento y se teme que vuelva a violar y asesinar. Violó y mató a Leticia Lebrato y Marta Obregón cuando quedó en libertad por otras violaciones.
Emilio Muñoz Guadix, condenado por el rapto y asesinato de la joven Anabel Segura, sigue en Herrera de La Mancha, con el petate bajo el camastro y un pie fuera de la cárcel. Emilio Muñoz sí ha participado en talleres ocupacionales y en otras actividades. «Es muy participativo y se las da de listo aunque no lo sea», señalaron otras fuentes penitenciarias.
Miguel Ricart también cuentas las horas. En Herrera reparte la comida, no se relaciona con otros presos. El riesgo a reincidir es menor que el de sus compañeros, según la psicóloga penitenciaria.
Otras fuentes invitan a la reflexión tras subrayar que la atención periodística que están teniendo estos presos les refuerza al pensar que son gente temida e importante.
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