El creador del Bio-Bac dice que su producto no dañaba la salud

AGENCIAS
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Rafael Chacón asegura en el inicio del juicio por la venta del presunto fármaco que lo que ofertaba era un «complemento alimenticio» destinado a la prevención del cáncer y el sida

JUICIO CONTRA RAFAEL CHACÓN FABRICANTE DEL BIO-BAC - Foto: Paco Campos

El Juzgado de lo Penal número 18 de Madrid juzga desde ayer y hasta el próximo 2 de junio a los responsables de comercializar el controvertido anticáncer Bio-Bac. La Fiscalía aseguró que el producto causó un «evidente peligro» a las 2.030 personas que lo consumieron. El Bio-Bac era un producto sin autorización sanitaria que se ofrecía como si fuera un medicamento para el tratamiento de enfermedades como el VIH, distintos tipos de cánceres, hepatitis o patologías articulares reumatológicas.

En el banquillo de los acusados se sientan Rafael C. P.; Consuelo S. B.; Enrique M.O. y Miguel E. G. por dos delitos contra la salud pública y uno relativo a los consumidores por el registro, distribución y venta del Bio-Bac.

Este falso fármaco se puso a disposición del público desde el año 1997 como si fuera un medicamento destinado a la prevención y tratamiento de dolencias relacionadas con síndromes de inmunodeficiencia, procesos neoplásicos, enfermedades degenerativas en las articulaciones y autoinmunidad, entre otras.

El principal acusado es Rafael Chacón, quien se enfrenta a una petición fiscal de cinco años y medio de cárcel como presunto autor de un delito contra la salud pública y otro contra los consumidores y una multa de 295.000 euros.

El responsable del producto insistió al Ministerio Público en el juicio que siempre se vendió como un complemento alimenticio y negó que se comercializará como un medicamento, a pesar de que en su prospecto aparecía que estaba destinado a tratamientos antitumorales y al sida. Así lo señaló Rafael Chacón, hijo del creador del producto.

En su declaración, Rafael relató que creó la empresa Chacón Farmacéutica para desarrollar la investigación que inició su padre, que era farmacéutico y veterinario. Tras señalar que carece de títulos universitarios, explicó que decidió seguir adelante con la creación de su progenitor y comenzó a realizar ensayos clínicos a través de subcontratas internacionales.

«Los estudios culminaron con éxito. Pero no nos dieron el permiso -en alusión a la Agencia Española de Medicamentos-. Los ensayos demostraron su eficacia y seguridad. Entonces se comercializó como complemento dietético», señaló a preguntas de la fiscal.

Seguidamente, se le recordó que en comisaría manifestó que las indicaciones eran para enfermos del sida. «No se habla de cura, se habla de actividad. Entonces, ¿Actimel qué es, un complemento alimenticio o un fármaco?», le preguntó a la funcionaria.

Asimismo, Chacón aseguró que el inyectable de Bio-Bac nunca se llegó a vender, ya que estaba destinado solo a ensayos clínicos.

Hace 12 años.

El caso arrancó en octubre de 2002 con la detención de 23 personas, de las que 13 eran médicos. Se les acusaba de vender a enfermos graves este falso fármaco.

En el escrito de acusación, la Fiscalía relata que un laboratorio situado en Madrid fabricaba el fármaco, a pesar de estar «autorizada únicamente para elaborar productos veterinarios».

El elemento realizado en los laboratorios IVEN se enviaba a una finca del acusado, donde personal del servicio doméstico, sin preparación alguna, lo envasaba, etiquetaba y almacenaba. El primer lote de Bio Bac salió en 1998.

Otro de los acusados, Enrique M. O., trabajaba como biólogo en los laboratorios IVEN y sabía perfectamente que el producto estaba destinado al uso humano aunque la industria en cuestión solo estaban autorizada a fabricar productos para el uso animal.