Un viseño perfila los caminos de la Luna

Diego Farto
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El ingeniero aeroespacial Juan Carlos Ginés lideró un equipo multinacional en Alemania que transformó el polvo lunar en losetas

Un viseño perfila los caminos de la Luna

Que haya bases terrestres en la Luna está cada vez más cerca con la implicación de la comunidad científica. Recientemente, la atención de los medios científicos se ha orientado a la posibilidad de construir la mayor parte de los materiales necesarios en el satélite y uno de estos proyectos tiene sello manchego. 

El viseño Juan Carlos Ginés Palomares ha liderado un proyecto de investigación europeo que puede ser clave para el establecimiento de los seres humanos en la Luna de forma permanente. Su descubrimiento posibilitaría la construcción de carreteras y otras infraestructuras mediante la transformación del polvo lunar, conocido como regolito, en losetas. La publicación de su trabajo en la revista Scientific Reports ha causado un gran impacto en los medios científicos relacionados con la exploración espacial.

Este ingeniero aeroespacial de formación internacional explicó a La Tribuna que el momento de iniciarse esta investigación formaba parte de la Universidad de Aalen, «trabajaba básicamente en dos temas relacionados con desarrollo de tecnologías para producción en la Luna utilizando recursos lunares», que es una de las líneas actualmente más seguidas hoy en día en el campo de la investigación lunar. Su universidad firmó una alianza con la Universidad de Clausthal BAM (un instituto de materiales) y una empresa de arquitectura austriaca, Lquifer, en el denominado proyecto Paver.

Un viseño perfila los caminos de la LunaUn viseño perfila los caminos de la Luna

La justificación de esta iniciativa es que enviar materiales de la Tierra a la Luna o maquinaria pesada encarecería sumamente el viaje, de modo que «para conseguir que la exploración lunar del futuro sea sostenible en el tiempo y también lo sea económicamente, lo que buscan las agencias espaciales es utilizar los recursos que ya están allí» y a la vez utilizando «la energía solar, que es la que esta presente en la Luna», para su transformación. 

Ginés apunta que al conjugar ambos elementos «se podrán prolongar las misiones lunares y conseguir que haya astronautas en la Luna durante más tiempo». Para facilitar este proceso, el grupo que lidera el ingeniero viseño propone transportar «una lente que focalice la luz solar, porque de esta manera, sin necesidad de utilizar nada más, puedes transformar el regolito», que por medio de las altas temperaturas que alcanza la lente se funde y se convierte en un material sólido. De este modo, el polvo se convertiría en losetas de unos 2,5 centímetros con la que se podrían construir carreteras para los vehículos lunares o pistas de aterrizaje.

Este polvo lunar tiene, además, características que lo hacen muy agresivo con los equipos de los astronautas. Sus granos son de pequeño tamaño pero con aristas muy cortantes «por que no tienen erosión», aclara el ingeniero, debido precisamente a la falta de gravedad. Eso hace que pueda producir un desgaste mayor en los vehículos lunares.
Los investigadores en Alemania utilizaron un láser para reproducir el efecto que la luz concentrada del sol puede tener sobre esta materia prima, teniendo en cuenta que «en la Luna una lente es más eficaz que en la Tierra porque no hay atmósfera», señala Ginés. De hecho, «la intensidad lumínica es mayor» en el satélite, revela. Su apuesta es enviar al planeta más próximo «una lente de fresnel porque este tipo de lentes tienen un diseño que las hace más ligeras». Así se obtuvieron varias losetas de un material que imitaba las carácterísticas del regolito.

Aplicar esta tecnología sobre el terreno ya sería cuestión de la NASA, que está interesada en establecer una base en la Luna o de otras agencias espaciales. Pero Ginés insiste en que la motivación para explorar el planeta «es totalmente científica», puesto que asentarse en él facilitaría investigaciones que no es posible realizar en la Tierra o facilitaría el siguiente paso, el viaje a Marte, puesto que al tener una menor gravedad se emplearía menos energía en hacer el lanzamiento que si se hicera desde este planeta.

Antes de llegar a este equipo de investigación en Alemania, el científico manchego realizó estudio de ingeniería aeroespacial en Universidad Politécnica de Madrid, que continuó con un máster en la Universidad de Amberes y amplió con otros programas de formación en las universidad de Nagaoka (Japón) y La Sapienza, en Roma (Italia).

Ginés trabaja actualmente en la Universidad de Berlín, de modo que ha pasado de trabajar en un equipo internacional con representación de varias nacionalidades a ser el único extranjero en su nueva oficina, y con la necesidad de adaptarse a sus nuevos compañeros.