Los hoteles que han tenido que colgar el cartel de 'se vende' han crecido en el último año en la provincia. En agosto de este año eran ya 18 los propietarios de este tipo de establecimientos que han optado por tirar la toalla, lo que supone ocho más en relación a agosto del año anterior.
Los datos los recoge el portal inmobiliario Idealista, que sitúa a Ciudad Real entre las provincias que mayor incremento ha registrado, un 80 por ciento, el mismo que Lleida, mientras que Tarragona crece aún más, un 113%, y por delante de Albacete, Guipúzcoa, Huesca, Soria y Zaragoza, con el 75% de aumento.
Para la Asociación Provincial de Hostelería, los datos guardan relación con el hecho de que se trata de «macroedificios» que tienen un coste elevado de mantenimiento y que, además, requieren de «una inversión continua», por lo que en algunos casos, directamente, no rentable a sus propietarios o, simplemente, estos buscan dejar paso a otros gestores.
En este sentido se pronunció la gerente de la asociación, Cristina Miranda, quien comentó que habría que analizar cada situación en particular, aunque señaló que la situación que se vive en las zonas rurales, como destino de interior, no es la misma que la de otros puntos de la provincia cercanas a parques nacionales o naturales o la que se vive, por ejemplo, en las zonas de costa. De hecho, muchos de los hoteles en venta en la provincia están en zonas rurales de municipios como Villahermosa, Viso del Marqués, Horcajo de los Montes, Almadén o Villamanrique.
Miranda explicó que «la mayoría de los hoteles de la provincia son modernos y se van reinventando», lo que supone potentes inversiones, que se suman también a las que se realizan para adaptar los edificios a las distintas normativas, desde la turística a las sanitarias, sin olvidar las de seguridad o contra incendios.
Y todo eso en una provincia que está en el vagón de cola, año tras año, en cuanto a rentabilidad hotelera, como reflejan los datos del INE, donde aumenta el número de pernoctaciones, «pero el precio no se mueve» y, además, la estancia media se mantiene baja. Por este motivo, comentó que si bien hay datos positivos, como ese aumento de pernoctaciones, se trata de «solo una parte» del cúmulo total de circunstancias que debe tener en cuenta el sector y que, en muchos casos, dejan una lectura «negativa».
En este sentido, agregó que se trata de inmuebles que además tienen «un IBI elevado», y unos gastos continuos como la luz, el agua o los controles sanitarios, incrementados por la subida de la inflación.
A este 'cóctel', que va haciendo mella en el sector, se une el hecho de que «hay mucha competencia desleal», de viviendas que se ofrecen por precios más reducidos y que impactan de lleno en la rentabilidad de los hoteles, concluyó Miranda.