"Tuve que remover Roma con Santiago para encontrar un Tirso en Polonia o un Calderón en Bulgaria»

Pilar Muñoz
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César Oliva fue el primer director del Festival de Almagro

César Oliva - Foto: EFE

Transformó unas jornadas con representaciones en un auténtico Festival de Teatro que hoy es un referente en el panorama de los festivales europeos. Aquellas jornadas de teatro clásico fueron el germen del Festival de Almagro, y César Oliva (Murcia, 1945) uno de los hombres de peso.

Posee el don de contagiar su pasión por el teatro y confiesa que siempre le ha gustado inventar y puede presumir de algo que no siempre se reconoce y que de un tiempo a esta parte es casi insólito: no eternizarse en un puesto por muy satisfecho que se esté.

César Oliva es licenciado y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia, fue profesor adjunto de la Complutense de Madrid y catedrático de Teoría y Práctica del Teatro en la universidad murciana, donde también ocupó el cargo de vicerrector de Extensión Universitaria entre 1994-1998. Ha ejercido como profesor invitado en diversas universidades españolas, europeas y americanas y ha publicado más de una veintena de monografías y de trescientos trabajos relacionados con el teatro.

Además, está considerado uno de los pioneros del teatro independiente en España como fundador del Teatro Universitario de Murcia (TUM), con el que llegó a montar más de treinta producciones entre 1967 y 1975, dos de las cuales le llevaron a ser reconocido con el Premio Nacional de Teatro Universitario en 1968 y 1969.

A lo largo de su trayectoria como director ha llevado a escena a los grandes clásicos (Lope, Calderón, Shakespeare, Cervantes, ...) y ha dirigido también obras de autores contemporáneos como Alfonso Sastre o Luis Matilla.

Estamos, por tanto, ante un hombre de teatro, un profundo conocedor de la teoría y de la práctica del arte de Talía, y cuyo paso por Ciudad Real, por la capital de los calatravos en concreto, fue decisivo para el despegue del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. Con él, la chalupa botada a finales de los 70 se trocó en galeón y la navegación de cabotaje dio paso a las grandes singladuras.

Oliva recuerda que «desde 1978 se organizaban las Jornadas de Teatro Clásico que puso en marcha Rafael Pérez Sierra». Tras él, cada año había un director diferente de dichas Jornadas, hasta que en 1983 llegó José Manuel Garrido al Ministerio de Cultura y «me propuso transformar aquellas jornadas y las representaciones que las ilustraban en un auténtico Festival de Teatro. De manera que le hice el diseño de ese nuevo Festival, en el que las jornadas seguirían teniendo gran importancia, pero en donde primaran montajes de textos del Siglo de Oro, dando especial relieve a los que procedían de países extranjeros», recuerda.

Según cuenta, no fue fácil superar el reto porque encontrar montajes de autores clásicos en España era harto complicado en aquel entonces y había que salir fuera para contratar producciones de calidad que dieran lustre al Festival. Por ello, «tuve que remover Roma con Santiago para encontrar un Tirso en Polonia, un Calderón en Bulgaria o un Quevedo en Colombia, por poner un ejemplo; Italia y Francia estaban más cerca y era más fácil saber lo que se hacía, aunque, ahora mismo pienso que, sin internet, era verdaderamente heroico dar con creaciones inglesas o italianas», subraya.

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