Ya hay propuesta normativa para el transporte de animales

SPC
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Bruselas endurece aspectos relativos a la duración del viaje y las temperaturas. España puede verse más afectada que otros países por su condición de país periférico, su clima y el enorme volumen que mueve el sector

Ya hay propuesta normativa para el transporte de animales - Foto: Ángel Ayala

Todos los años se transportan dentro de la Unión Europea (UE) cientos de millones de animales de una explotación a otra para la reproducción o el engorde, y a mataderos para el sacrificio. En 2021 se criaron en territorio comunitario 76 millones de bóvidos, 142 millones de cabezas de porcino y 71 millones de ovinos y caprinos, además de miles de millones de aves de corral; muy pocos pasan toda su vida en la misma granja y todos ellos deben hacer un último viaje al matadero, lo cual implica muchos desplazamientos, unos 1.600 millones al año en la UE, la inmensa mayoría de los cuales se realizan en camión.

Durante estos recorridos, los animales están expuestos a estrés en la carga y descarga, y, durante el transporte, pueden sufrir hambre, sed, calor o falta de espacio y de descanso. El bienestar animal depende de la distancia y duración del viaje, así como de sus condiciones (por ejemplo, espacio disponible o condiciones microclimáticas y viales). Ello se une a que en los últimos años, los ciudadanos de la UE están cada vez más preocupados por el bienestar animal y algunas organizaciones no gubernamentales han señalado las malas condiciones que pueden soportar los animales durante el traslado.

Por estas razones, la Comisión Europea (CE) planteó la semana pasada nueva legislación para mejorar las condiciones de transporte de los animales en la Unión Europea. La propuesta supone, según los datos que maneja Bruselas, la mayor reforma europea en el área del bienestar animal de las últimas dos décadas.

En el área del transporte de animales, la Comisión se centra en mejorar las condiciones en las que se puede producir el desplazamiento en cuanto a la temperatura, duración del viaje o estado del vehículo, criterios que dependerán también de la especie que esté siendo trasladada y se adaptarán para los terneros no destetados, hembras preñadas y gallinas al final de su ciclo de producción. En general, el transporte sólo podrá ser posible por la noche si las temperaturas superan los 30ºC; cuando sean inferiores a 0ºC, los vehículos de transporte por carretera tendrán que estar cubiertos y existir un control de la circulación del aire en el compartimento en el que viajan los animales. En el caso de que la temperatura caiga de los cinco grados bajo cero, el viaje no podrá, en cualquier caso, durar más de nueve horas.

Estas normas, que afectarán a cerdos, vacas, cabras, ovejas, gallinas, pollos, conejos y caballos, prevén también que para la mayoría de animales los viajes duren un máximo de 21 horas con al menos una hora de descanso tras diez horas; tras este periodo, los animales deben poder descansar 24 horas fuera del vehículo con agua y alimentos. Para los animales destinados al matadero, por su parte, el viaje máximo será de nueve horas.

Además de las restricciones impuestas en caso de temperaturas extremas y de la limitación en la duración de los viajes, también se prevé garantizar un espacio mínimo ajustado para diferentes especies estableciendo normas específicas para asegurarlo. Asimismo, se implementarán mejores controles en terceros países para asegurar el cumplimiento de normas equivalentes a las de la UE y se fomentará el uso de tecnologías como el posicionamiento en tiempo real de los vehículos y bases de datos centralizadas para mejorar el cumplimiento de las normas.

Consecuencias.

Esta propuesta puede tener implicaciones negativas para los ganaderos españoles debido a que España reúne tres condiciones que la hacen vulnerable en este aspecto: es una gran potencia ganadera, es un país periférico y hace calor. Ninguna de las tres circunstancias es perjudicial de por sí, de hecho la primera es un factor positivo, pero las tres, combinadas con la nueva normativa, pueden ser peligrosas.

De los muchos miles de animales que se crían al año es España, una buena parte se consume en el extranjero. Aunque parte de esas exportaciones se realizan en forma de productos cárnicos, ya sea frescos o procesados, otras se hacen vendiendo los animales vivos a otros países y la cosa se complica si el final de estos viajes es lejano, algo que ocurre con casi todos los destinos aparte de Francia y Portugal. Si el viaje supera las 21 horas, los animales tendrán que pasar 24 más en algún lugar fuera del camión con agua y comida, algo perfectamente lógico pero que cuesta dinero. Además, los veranos españoles son calurosos y no es raro sobrepasar los 30 grados, lo cual supone otra traba para los transportes. La pregunta es si la Unión Europea implementará medidas económicas para que los ganaderos que exportan a países distantes puedan afrontar ese aumento en los gastos.

En cualquier caso, esta propuesta legislativa todavía ha de presentarse al Parlamento Europeo y al Consejo para su consideración y aprobación. Posteriormente, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) emitirá su dictamen científico en marzo de 2025, por lo que, en principio, aún hay tiempo antes de que estas normas entren en vigor. Tiempo que Bruselas debería aprovechar para planificar el apoyo que el sector ganadero-cárnico necesitará.

 

En lista de espera.

Las propuestas publicadas la semana pasada no entran en las condiciones dentro de las granjas, pero Bruselas sigue analizando el impacto de la transición a explotaciones sin jaulas y reconoce que sus primeros análisis «muestran que la transición requerirá (…) enriquecer el entorno de los animales y darles más espacio para asegurar sus condiciones de bienestar mejoradas». Además de la desaparición de la jaulas, tremendamente costosa según los ganaderos, también se deja de lado, al menos de momento, el sacrificio de pollitos de un día, la castración o la creación de una evaluación europea de bienestar animal. Hacer más estrictas las normas que afectan a estos aspectos aumentaría los costes de producción y, en consecuencia, el precio de venta al público de los productos obtenidos crecería también. Parece que la inflación, elevada actualmente, ha influido para posponer estas consideraciones.