Uva de calidad y rendimientos dispares

M.H. (SPC)
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La vendimia se da por terminada en casi toda España. El clima de esta campaña, malo para otras producciones, ha beneficiado al viñedo en muchos aspectos y ha respetado el periodo de recolección con tiempo, en general, apacible

Uva de calidad y rendimientos dispares

El agricultor pasa media vida mirando al cielo, pues de lo que este traiga -o no traiga- depende su sustento. Pero no todos esperan lo mismo, porque dependiendo de lo que cultiven necesitarán una o otra cosa en uno u otro momento. Esto es fácil de ver este año si se compara el cereal y el viñedo. En el primer caso la campaña ha sido un desastre absoluto salvo en cuatro rincones del norte peninsular; sin embargo las cepas, aunque han rendido algo menos de la media en algunas zonas, se han comportado bien en general y además han producido una uva de gran calidad.

El agua de finales de primavera, demasiado tardía para el trigo y la cebada, cayó cuando los majuelos más lo necesitaban. El calor del verano permitió un buen desarrollo de los racimos, un envero correcto y una óptima maduración, aunque llegara a ser excesivo en algunas partes de la mitad sur peninsular. Y las lluvias de septiembre, aunque demasiado violentas en áreas muy localizadas, ayudaron en general a que la uva cogiera un poco más de peso al final. En resumen, un buen año; extraordinario si se compara con otros cultivos.

Aun así, la sequía fue un problema en algunas zonas y la producción de vino para está campaña será un 15% inferior a la del año pasado. De todos modos, este dato puede ser engañoso porque las áreas vitivinícolas que apuestan por la calidad más que por la cantidad, como las denominaciones de origen, ya limitan la producción por hectárea, por lo que años en los que la cepa rinde menos de manera natural no tienen por qué suponer un problema, ya que en cualquier caso la cantidad de racimos se controla con vendimia en verde cuando es preciso.

Uva de calidad y rendimientos disparesUva de calidad y rendimientos disparesDe todos modos, en un momento de «incertidumbre del mercado» en el que la demanda de vino español está sufriendo, especialmente en las variedades tintas, tener una cosecha corta puede no venir tan mal, ha apuntado el presidente de la Organización Interprofesional del Vino Español (OIVE), Fernando Ezquerro. «Tenemos muchas incertidumbres con un mercado muy parado y entonces mejor es una cosecha corta que nos pueda ayudar a digerir la producción y evitar los excedentes, que al final lo que hacen es devaluar el producto», ha señalado Ezquerro, también presidente del consejo sectorial de Cooperativas Agro-alimentarias.

Ezquerro insiste en que si no se consigue dar valor al vino español en los mercados, «al final las uvas se van a tener que pagar baratas». Al mismo tiempo, subraya que tener agricultores a quienes no se les remunera adecuadamente las uvas supone, «sin duda», un golpe en la base misma del plan de revalorización del vino español puesto en marcha por la OIVE. «Tenemos que conseguir subir el precio de nuestro vino, y subirlo es subir el precio de nuestras uvas. Si no somos capaces de subir el precio de nuestros vinos ni con una situación de costes más altos para el elaborador y para el productor, evidentemente la cadena se romperá por la parte más débil, que siempre es el productor», expone el presidente de OIVE.

Precisamente los precios pagados en origen por las bodegas han sido, un año más, motivo de queja de los viticultores. Con unos costes de producción muy altos, los agricultores han denunciado que en algunas ocasiones no se ha cumplido la Ley de la Cadena Alimentaria. Por ejemplo, UPA Rioja y UAGR-COAG planteaban a primeros de octubre al resto de organizaciones una movilización masiva de todos los viticultores después de la vendimia «ante la grave crisis que sufre el sector vitivinícola riojano» para exigir el cumplimiento de la Ley de la Cadena y medidas de control del mercado, como la vendimia en verde. Las organizaciones agrarias se quejaban de que «la AICA (Agencia de Información y Control Alimentarios) ya ha reconocido que han sido muy pocos los contratos de compra-venta de uva registrados ante ella, a pesar de ser obligatorio desde el 1 de julio».

Las tres grandes.

Rioja, Ribera del Duero y La Mancha son, sin duda, las tres denominaciones de origen más potentes de España, por producción y sobre todo por prestigio dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero los resultados han sido relativamente desiguales en las tres zonas, aunque en ningún caso se pueda considerar una vendimia mala.

En cuanto a producción, La Mancha es la que ha salido peor parada. Desde el Consejo Regulador de la Denominación de Origen hablan de una vendimia corta con cifras entre un 30% y un 40% menores que la media, aunque no se puede generalizar porque, advierten, esta denominación abarca muchos territorio (es la más grande de España con 154.000 hectáreas) y la merma no ha afectado a toda la extensión. En ciertas áreas la sequía castigó más que en otras, como también lo hicieron pedriscos y lluvias violentas, lo cual ha bajado la media de toda la zona.

La primavera, muy seca, hacía presagiar un mal año, pero en mayo cayó agua en cantidad suficiente para salvar los muebles. El verano fue caluroso, con varias olas de calor, de las cuales la última, registrada en la segunda mitad de agosto, hizo sufrir mucho a las vides. La gota fría de primeros de septiembre, con la vendimia ya en curso, provocó daños localizados, aunque en los lugares en los que las precipitaciones fueron más suaves fueron beneficiosas para la uva aún sin vendimiar.

Una uva que, en todos los casos, ha sido de una excelente calidad, gracias en parte a ese calor que ha permitido una buena maduración y además ha sido clave para la ausencia de enfermedades fúngicas, las más temidas por los viticultores. Gracias a ello, tanto el grado  como las condiciones sanitarias han sido óptimas.

Por otro lado, se han tenido que enfrentar a un problema cada año más acuciante: la falta de mano de obra. Sin llegar a la situación de que se queden uvas en los viñedos, en determinados momentos y lugares ha sido complicado encontrar cuadrillas de vendimiadores. Se trata de una contrariedad que comparten con Ribera del Duero. Alberto Tobes, técnico del Consejo Regulador de esta denominación, explica que, por suerte, el clima ha respetado y la recolección se ha podido hacer sin prisa, lo cual ha ayudado a que no faltaran trabajadores. Como también ha ayudado el hecho de que el 25% de la superficie se coseche con maquinaria.

En cuanto a la vendimia en sí, en Ribera comenzó a finales de agosto, aunque de manera completamente anecdótica. Tobes aclara que el grueso de la uva se recogió entre el 22 de septiembre y el 9 de octubre. Hasta el momento llevan 117,5 millones de kilos de uva, una cifra que casi puede considerarse como final porque, aunque a día de hoy no está oficialmente terminada, son muy pocos los kilos de uva que quedan en los majuelos. Si se compara con los 105 millones de 2022, los 110 de 2021 o los 123 de 2020 se puede considerar que la producción está en la media de los últimos años.

El técnico del consejo dice que en realidad es un rendimiento bajo si se tiene en cuenta la cantidad de uva que podrían producir en la denominación, pero hay un límite de 7.000 kilos por hectárea que incluso muchas bodegas reducen. Se trata de primar la calidad por encima de la cantidad, ya que una cepa con diez racimos los podrá «atender» mucho peor que si solo tiene cinco, en el sentido de aportarles nutrientes y agua.

El clima, además de respetar la vendimia, se ha portado bien durante todo el ciclo. Con los lógicos daños puntuales por heladas o pedriscos, las lluvias del mes de junio vinieron muy bien a las vides, el calor del verano también hizo buena labor y las precipitaciones de primeros de septiembre ayudaron a dar más peso a la uva («sin ellas la producción habría caído entre un 10% y un 15%») sin provocar botritis porque los viticultores vendimiaron las pocas zonas en las que esta enfermedad podría haber causado problemas.

Como nota negativa Tobes destaca los daños causados por la fauna. Los conejos atacan racimos y brotes en las zonas en las que abundan, que son muchas. Y, al ser una comarca en la que los viñedos se alternan con montes, hay numerosos corzos y jabalíes que también causan destrozos. Sobre todo en parcelas localizadas en los bordes de las masas forestales y en las zonas de paso de los animales, pero los agricultores que lo sufren tienen un verdadero problema.

En Rioja la vendimia ha venido marcada por el clima, según asegura Pablo Franco, director técnico del Consejo Regulador, que cuenta que ha sido una montaña rusa, con buen tiempo y lluvias alternados. Habla de un inicio de verano con precipitaciones que vinieron muy bien a los majuelos. Las de septiembre retrasaron el inicio de la recolección pero, a pesar de ello, se ha llevado a cabo dentro de unas fechas consideradas normales.

A principios de octubre la cifra de uva que había entrado en bodega era de 270.000 toneladas. Teniendo en cuenta que en los días posteriores todavía se han vendimiado muchos kilos, la producción no ha sido corta, ya que el máximo de la denominación se sitúa en 390.000 toneladas. Ese máximo se conoce porque, como en otras denominaciones, hay un límite marcado por hectárea. En concreto son 5.000 kilos para la uva tinta y algo menos de 7.000 para la blanca.

Este tipo de limitaciones, como explica Tobes en el caso de Ribera del Duero, se establecen para buscar un aumento en la calidad de los vinos que se obtienen después. Franco cuenta que este año se ha intensificado el control para que las parcelas no excedan la cantidad marcada. Si lo hacen, toda la uva de ese terreno queda fuera de la denominación. Pero aparte de esos controles, el Consejo Regulador ha realizado una labor pedagógica con los viticultores para hacerles ver que la cantidad no siempre es mejor y que, en este caso, una uva de calidad puede ofrecer mejores rendimientos económicos que otra peor, aunque sea más abundante.

Como en otras denominaciones, el clima ha ayudado a evitar enfermedades en la uva y la maduración ha sido buena. Con un estado sanitario óptimo y un grado adecuado, se espera que se produzcan vinos con gran valor añadido.