Las reacciones ante la derogación de la controvertida 'Doctrina Parot' por parte de Tribunal Europeo de Derechos Humanos fueron las esperadas y no hubo sorpresas. Para las víctimas fue un mazazo. En el caso de los etarras, fue una fiesta para las familias y los abertzales que celebraron a lo grande. No es el caso de los violadores y asesinos comunes, casi todos repudiados por sus familias. En la calle, la mayoría de la sociedad se posicionó al lado de las víctimas y criticó la resolución del Tribunal Europeo que 'enmendó' la plana al Supremo.
De la prisión de Herrera de La Mancha salieron después de muchos años los etarras Miguel Turrientes, Francisco Javier Lujambio y Gonzalo Rodríguez Cordero. Fue el 14 de noviembre de 2013, pasadas las diez de la noche, cuando los tres dejaron atrás el penal manchego jaleados por familiares y amigos que se desplazaron desde el País Vasco para vivir con ellos estos momentos.
Turrientes había sido sentenciado a 29 años de prisión y encarcelado en 1986. El histórico de ETA Pakito Lujambio Galdeano fue condenado a 54 años de prisión por el atentado contra dos guardias civiles cuando cenaban en un bar de Goizueta (Navarra) el 16 de mayo de 1980.
Rodríguez Cordero, uno de los etarras más sanguinarios, sentenciado a cerca de 1.000 años, cumplía condena en prisión por 24 asesinatos, entre ellos el de un niño de dos años. También preparó el coche bomba que hizo saltar por los aires una furgoneta militar en la plaza de la Cruz Verde de Madrid (1992). Se había paseado por varias cárceles y desde hacía unos años estaba en Herrera de La Mancha, en uno de los dos módulos en los que están repartidos los presos de ETA, haciendo «una vida independiente», es decir, sin mezclarse con los presos comunes y «teniendo autonomía», indicaron a La Tribuna fuentes solventes.
El cuarto etarra en salir del penal manchego tras ser derogada la 'Doctrina Parot' fue Joaquín Urain Larrañaga. Salió el 20 de noviembre, luciendo chapela. Fuera le aguardaban familiares y amigos con los que se fundió en abrazos tras ser vitoreado.
Larrañaga fue condenado a 421 años de prisión por matar a tres personas tras perpetrar un atentado contra un microbús en el que viajaban 14 militares y empleados civiles en Galdácano (Vizcaya).
También fue excarcelado el grapo Jaime Simón Quintela que se ha pasado media vida encarcelado en varias prisiones por atentados y el último año antes de ser excarcelado haciendo huelga de hambre los viernes porque «ya va siendo hora de que pille la calle», frase que no se casaba de repetir durante su 'estancia' en la cárcel de Herrera de La Mancha.