Ernesto Sevilla responde cada pregunta de forma concisa y breve. Todo aderezado con una naturalidad que termina por hacer de cada frase una sentencia firme y repleta de sentido del humor.
¿En qué anda metido ahora mismo Ernesto Sevilla?
Pues ahora mismo estoy, sobre todo, escribiendo una película. Estamos inmersos en lo que será una película con el grupo de siempre. Además, estoy actuando por toda España con mis monólogos.
¿Por dónde va a moverse este nuevo proyecto? ¿Hay título?
La verdad es que sí, pero no puedo decir nada. Puedo avanzar que en ella vamos a salir todos los del grupo y que se trata de una película que podría recordar a otras como Amanece que no es poco o La vida de Bryan.
¿Será entonces, siguiendo su línea, un thriller policíaco?
Evidentemente.
La idea era hacerle una entrevista original, ¿qué le pregunto que no le hayan preguntado hasta ahora?
La verdad es que no sé (risas), me pillas un poco en fuera de juego. La verdad es que las preguntas que me hacen siempre son parecidas.
¿Somos poco originales los periodistas?
La verdad es que me hacen las preguntas que me merezco.
Hablando de jóvenes humoristas como usted o cualquiera de sus compañeros en Muchachada Nui, ¿estáis matando a los clásicos españoles?
No hombre. Yo creo que lo bueno que tiene el humor es que hay público para todos los humoristas y que éste es tan amplio que ofrece muchas posibilidades. Hay clásicos que no solo gustan a nuestros padres, sino también a los jóvenes. Nadie pisa a nadie. Nosotros lo que hemos hecho ha sido acercarnos a un público que reclamaba otro tipo de humor y que no lo encontraba.
¿Cree que Castilla-La Mancha se ha convertido en el epicentro del humor con figuras como usted, Joaquín Reyes o José Mota?
No sé si el epicentro, pero sí creo que, entre todos, le hemos dado una identidad al humor manchego que no estaba tan definida como la del humor andaluz o el humor catalán.
¿Es una barbaridad decir que los manchegos son los nuevos andaluces?
(Risas) Una barbaridad y una aberración. No sé, tenemos otro tipo de humor.
Hablando de humor, ¿es usted más absurdo que surrealista o viceversa?
Soy un poco más surrealista que absurdo. El absurdo es cuando nada tiene sentido en absoluto y el surrealismo tiene una pequeña unión con la realidad. Nosotros hablamos de lo cotidiano y hacemos humor costumbrista.
¿Le siguen dando la lata con Marcial o pidiéndole chistes por la calle?
La verdad es que sí. Pero esa es una cosa que no quiero quitarme de encima y un trabajo del que me siento orgulloso. Yo no quiero ocultar mi pasado; hay gente, como Coto Matamoros, que se arrepiente del pasado, pero yo no me arrepiento del pobre Marcial. Chistes me piden muchas veces y la verdad es que los cuento, pero siempre decepciono, porque me gustan los que son muy malos. Estas cosas no me molestan, soy feliz y si me paran por la calle es que me va bien.
Más información en la edición impresa.