La sala Constitucional del Congreso, una de la más solemnes del Palacio de la Carrera de San Jerónimo, solo por detrás del propio hemiciclo y del salón de Pasos Perdidos, fue el escenario elegido ayer por el PSOE y Ciudadanos para formalizar su acuerdo para «un Gobierno reformista y de progreso». Una sala que está presidida por los retratos de los siete padres de la Constitución de 1978, esos siete políticos de la Transición que, pese a las diferencias ideológicas, consiguieron ponerse de acuerdo para alumbrar la Carta Magna. El lugar no parecía elegido al azar, pues tanto Pedro Sánchez como Albert Rivera insistieron una y otra vez en su llamada al consenso para sumar a su «histórico» pacto a fuerzas de izquierda y derecha. Pero los emplazamientos de socialistas y naranjas cayeron en saco roto, pues las otras dos formaciones mayoritarias, PP y Podemos, ya adelantaron que no se incorporarán al acuerdo e, incluso, en el caso de los morados, rompieron sus negociaciones con Ferraz al sentirse «traicionados».
Como en las grandes ocasiones, Sánchez y Rivera se sentaron lado a lado en una mesa justo en el centro de la estancia. Después de firmar el documento, intercambiaron sus copias y, ya de pie, se dieron la mano entre el aplauso de los asistentes. Fue la formalización de un acuerdo que, aunque se dejó casi cerrado el pasado martes, se negoció hasta minutos antes de su rúbrica. No en vano se trata de 66 páginas en las que se recogen las medidas que, en caso de llegar al Ejecutivo, pondrán en marcha y que van desde lo económico a lo cultural, pasando por la Educación, la Sanidad, la fiscalidad, la lucha contra la corrupción, el modelo territorial, la energía... Un auténtico programa de Gobierno que, sin embargo, tendrán complicado aplicar, puesto que a pesar de este pacto, Pedro Sánchez no cuenta con los apoyos necesarios para ser investido presidente ni en la sesión de los días 1 y 2 de marzo ni en la del sábado 5. Y es que la unión de Ciudadanos y PSOE solo garantiza al líder socialista un total de 130 votos favorables, muy lejos de la mayoría absoluta (marcada en 176 escaños) e, incluso, de la simple que dependería de los noes y de las abstenciones del resto de partidos.
A pesar de esos números, la aritmética no parece haber influido a la hora de lograr esta alianza. «Los que dicen que este acuerdo no suma es que no han entendido nada., Sí suma. Es histórico entre dos formaciones de ámbito nacional y no es solo de investidura, sino que es una senda de reformas progresistas que necesita España y que demandan los ciudadanos», remarcó Sánchez, que, en esta línea, señaló que lo firmado «no tiene fecha de caducidad, aunque se fracase en la investidura». «El problema no es de aritmética, de la mera suma de los escaños de distintas fuerzas políticas, sino de generosidad», apuntó Rivera, completando el mensaje de su ahora socio.
vetar y abrazar. Con los retratos de los Reyes como testigos, los líderes del PSOE y Ciudadanos comparecieron por separado tras la firma del pacto, con el cuadro de El Abrazo de Genovés, otro símbolo de la Transición, como telón de fondo. «Hay que abandonar el verbo vetar y abrazar el verbo acordar», proclamó el madrileño, que insistió en que esta alianza solo intenta perseguir «el bien común» de los españoles.
En este sentido, reconoció que es un «honor» asumir esta responsabilidad y un honor añadido compartir ese «camino» con Albert Rivera, que, poco antes de la intervención del socialista, no dudó en apelar a una segunda transición como hilo conductor de este acuerdo de «constitucionalistas» con el PSOE. Un consenso que, a su juicio, «sienta las bases» de una nueva etapa política para otros 40 años de democracia.
Para rubricar su empeño, el catalán no dudó en utilizar una cita con la que, en su día, Adolfo Suárez defendió la Ley de Asociaciones Políticas, que debía abrir la puerta a la legalización de los partidos: «Hay que elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal».
Cambios en la Carta Magna. El pacto incluye una reforma exprés de la Constitución española en cinco puntos, que el líder de Ciudadanos exigió al del PSOE para brindarle su apoyo en la votación de investidura. Con ella se pretende limitar el mandato del jefe del Gobierno a ocho años, despolitizar la Justicia, suprimir el aforamiento de los parlamentarios, eliminar las Diputaciones Provinciales y facilitar las iniciativas legislativas populares.
Rivera incidió, además, en otros puntos importantes, como la defensa de la unidad de España frente al desafío secesionista de Cataluña. De hecho, en el documento, se cita expresamente el rechazo a «todo intento» de convocar un referéndum independentista. Eso sí, Ciudadanos cede y Y acepta la apuesta del PSOE por el federalismo, ya que se comprometen a revisar el Título VIII de la Constitución para «desarrollar el concepto de Estado federal», tal y como proponían los socialistas.
Asimismo, Rivera destacó que el pacto garantiza las bases para una «economía competitiva» y para luchar contra la corrupción.
Sánchez, por su parte, destacó medidas en materia de derechos sociales y de los trabajadores, como la derogación de la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy, la subida del salario mínimo y una reforma fiscal con creación de un impuesto para las grandes fortunas.
El acuerdo también contempla medidas como la rebaja del IVA aplicado al sector de la cultura del 21 al 10 por ciento, así como la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI), impulsar una Ley de Mecenazgo, luchar contra la piratería, impulsar la labor del Instituto Cervantes, y «recuperar el Ministerio de Cultura».
«NO SIRVE PARA NADA». Tras conocer el acuerdo, el presidente del PP y jefe del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, recordó que se trata de un pacto que «no sirve para nada» porque no cuenta con los apoyos suficientes ni habla de los temas que importan a la gente como el paro. Además, avisó de que sería «demasiado fuerte» que Ciudadanos participe en el acuerdo si finalmente se suma Podemos. «Podríamos meter también a ERC y haríamos algo verdaderamente notable», ironizó.
Más tajante se mostró la formación morada que rompió las negociaciones que estaba llevando a cabo con el PSOEde cara a la investidura de Pedro Sánchez que, pese a las críticas, sigue buscando apoyos para llegar a la Moncloa.