El Club de Vinos celebra una cata con sabor rústico

La Tribuna
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Analizó diferentes vinos elaborados por Bodegas Arráez de Valencia, poco exigentes en cuando a riego y de maduración más bien tardía, por lo que en principio podrían ser una buena alternativa ante el cambio climático

El Club de Vinos celebra una cata con sabor rústico - Foto: LT

La Asociación Cultural Club de Vinos de Ciudad Real celebró una cata de diferentes vinos elaborados por Bodegas Arráez. Esta bodega, fundada en 1950 y ubicada en el municipio valenciano de La Font de la Figuera, casi en el límite con la provincia de Albacete, lleva a cabo una importante labor de rescate de variedades autóctonas casi desaparecidas y desde la directiva del Club de Vinos se consideró de gran interés conocer los vinos elaborados con ellas, ya que -en bastantes casos- se trata de variedades rústicas, poco exigentes en cuando a riego y de maduración más bien tardía, por lo que en principio podrían ser una buena alternativa a las variedades de origen francés, cada vez más cultivadas en España, de cara a la adaptación de nuestra viticultura al cambio climático.

El primer vino que se cató, elaborado con la muy mediterránea variedad blanca Merseguera, recuerda en su color amarillo pálido a nuestro Airén, si bien presenta una mayor acidez en boca y unos aromas muy agradables y particulares que persisten largamente en el retrogusto, invitando a un nuevo trago.

La variedad blanca Verdil, autóctona no ya de la región valenciana sino, más en concreto, de la zona de La Font de la Figuera, Moixent y Fontanars, situados en el valle de Terres dels Alforins, es aún más aromática que la Merseguera, dando un vino de un color amarillo dorado, amplio en boca y con un final ligera y agradablemente amargo, característica que comparte, por ejemplo, con los más conocidos vinos de la variedad Verdejo.

El Club de Vinos celebra una cata con sabor rústicoEl Club de Vinos celebra una cata con sabor rústico - Foto: LT

Pasando a los vinos tintos, se cató en primer lugar un Monastrell (La Madriguera), variedad característica de la vecina zona de Jumilla, ligero y de buen paso por boca.

Otra variedad tinta minoritaria e igualmente autóctona de la comarca es la casta Arcos, también conocida como Miguel de Arcos y Moristel. Se trata de una variedad sumamente interesante, que produce un vino (Los Arráez – Arcos) sutil, elegante y de un color muy vivo si bien, gracias a su hollejo fino, no muy intenso. Recordó a un vino de Pinot Noir, variedad francesa muy apreciada, aunque de cultivo y vinificación muchas veces complicados.

Se cataron por último dos coupages más habituales (Mala Vida, edición limitada, Monastrell y Garnacha Tintorera, y Los Arráez Parcela 0, ensamblaje de cinco variedades: 40% Garnacha, 40% Monastrell, 15% Cabernet Sauvignon, 10% Arcos, 5% Forcayat), con largas estancias en barrica y posterior reposo en la botella, que resultaron excelentes. Se trata de dos vinos que podríamos denominar "gastronómicos", en el sentido de que no son vinos para tomar una copa charlando, sino más bien para acompañar a algún plato contundente de nuestra cocina regional o nacional.

Por último, y aunque sin respetar el orden canónico de una cata, pero en un lugar muy conveniente para pasar posteriormente al cóctel, se degustó un excelente cava de Macabeo y Chardonnay, llamado "Cava Sutra", denominación que se encaja en varias otras de la bodega llenas de sentido del humor tales como Bala Perdida, Vividor, el ya comentado Mala Vida o Hu-Ha, pequeño homenaje al famoso DJ Chimo Bayo.

En conclusión, una cata de unos vinos muy particulares, presentada por el comercial nacional de la bodega, amén de sumiller, Jorge Capilla de forma muy amena y lejos de la "pedantería enológica" que a veces invade el sector, convirtiendo la cata en un ejercicio de palabrería tan vana como impostada.