José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Dirección de prospectiva geopolítica

21/02/2024

Trae causa, tan alambicado y sorprendente título –puede ser visto como un puesto de trabajo a la carta– merced al amagar y no dar del exministro de Consumo Alberto Garzón, y excoordinador federal de Izquierda Unida. En el plazo de unas horas anunció su contratación por la consultora Acento, –fundada por el exministro socialista Pepe Blanco y dirigida por otro exministro, el popular Alfonso Alonso–, y su posterior renuncia tras las críticas producidas –fundamentalmente, por su entorno político y excompañeros, como Pablo Iglesias– por el pase a la esfera privada –larga mano de influencias– de alguien que ostentaba responsabilidades ministeriales hasta hace unos pocos meses y no ha esperado los dos años de rigor, por más que haya rectificado las primeras intenciones.
El debate consiguiente sobre la vida después de la política ha tenido que ver con las llamadas puertas giratorias y con el mundo llamado de los lobbies, que no son solo realidades americanas sino ya asentadas por aquí y que enlazaba –en alguna medida con lo comentado en mis escritos denominados Cambalache 1 y 2 (Miciudadreal, 29 diciembre y 8 de enero) y que lo prolonga, aún más la pieza de Jesús Cacho, Bacigalupo y el poder (Vozpópuli, 18 febrero), que da cuenta de otro tipo de enlaces matrimoniales y puertas giratorias. «Es un debate muy tramposo porque está cruzado por variables de poder, de venganza y de puritanismo ideológico», dice Garzón, en su descargo, para redondear el engaño con: «Blanco me ofreció trabajar desde casa, algo que para mí es muy importante porque quiero estar con mis hijos pequeños, elaborando informes sobre materias que he trabajado, como evolución de tendencias sociológicas, crisis ecosocial. Lo que se llama, pomposamente, dirección de prospectiva geopolítica». En defensa de Garzón, Gaspar Llamazares fijaba que «hay que dejar un espacio para que los políticos se reincorporen a la vida civil, y ese espacio es el que marca la ley. Ir más allá es puritanismo, moralina y carácter inquisitorial». Hay políticos –como Gerardo Iglesias – que volvieron a su trabajo anterior, en la mina asturiana; otros van a consejos de administración y consultorías. Todo ello, las puertas y las cesantías ministeriales, pueblan otras dudas del monopolio partidario. Y así, Eduardo Madina, –que abandonó la política en 2017– aporta un dato relevante: «En 1986, había cuatro millones de personas militando en organizaciones políticas. En 2022, solo 300.000 declaraban pagar una cuota a un partido y en 2030 serán muchas menos». Estarán, claro está, ya todos colocados en las estructuras paralelas.