El dúo artístico Zigñal, formado por el ciudadrealeño Ángel Barroso y la alemana Deniz Hasenöhrl, está trabajando en el taller de grabado del Museo de Ciudad Real-Convento de La Merced donde están desarrollando un proyecto destinado a la feria Art Muc, que se desarrollará a principios del mes de junio en Munich (Alemania), donde residen habitualmente.
Barroso, que en su día fue monitor del taller en el que hoy desarrolla su proyecto artístico, detalla que de todo el material que elaboren en las instalaciones del antiguo convento mercedario quedará un ejemplar en propiedad de la institución museística. Además del trabajo conjunto que lleva la firma Zigñal, tanto el artista ciudadrealeño como su compañera bávara realizarán otras obras en solitario que completarán el material destinado a la feria muniquesa.
Barroso señaló que el proyecto de Zigñal encarna «una fusión de culturas, de idiomas, de estilos artísticos y de conceptos», puesto que Hasenöhrl «trabaja en lo abstracto y yo en lo figurativo». Por otro lado, el nombre recuerda a una revista gráfica de la época nazi Signal, pero el ciudadrealeño detalla que «es una casualidad, no lo sabíamos, buscábamos una mezcla con las letras de nuestros nombres y nos sonó bien», pero en segundo término, añadió «nosotros expresamos lo contrario, el mestizaje, la fusión cultural».
De esta forma, cuando se plantean realiza una obra destinada a su faceta de grupo cada uno de ellos hace su parte por turno, de modo que puede ocurrir que «Deniz haga una plancha, le aplique el ácido, trabaje sobre ella y luego me la pasa a mí y yo continúo el trabajo y se lo vuelvo a pasar a ella y así seguimos hasta que para los dos la obra está definitivamente acabada» o puede que el orden sea inverso, que el primero en operar sobre la plancha sea el ciudadrealeño, pero siempre dentro de esa mecánica de manipulación libre e independiente por parte de cada uno. «A nosotros nos parece muy interesante por la mezcla de ideas y de conceptos artísticos entre los dos», señala.
De momento, su objetivo es producir el triple del material necesario para la exposición en feria, para una vez en la sala y ante el espacio que les hayan asignado, decidir qué obras son las más adecuadas para mostrar su trabajo.
Hasenöhrl matiza que aún tienen que decidir si apostarán por obras de pequeño, mediano o gran formato, en el primer caso «podemos llevar mucho para llenar una pared, pero si es grandes es más llamativo». En este sentido, Barroso añade que llevar grabado permite que además de las obra que se cuelguen en la pared, sea posible llevar una carpeta con más obra «para que si alguien está interesado poder mostrársela».
En el aspecto personal, el artista ciudadrealeño manifestó que «cuando trabajo con Zigñal lo hago con muchísima más libertad», lo que vinculó con el hecho de que su compañera trabaja sobre la abstracción «yo me vuelvo también un poco abstracto, me contagia su estilo, empiezo muy fuerte y mi dibujo se hace muy gestual».
La artista muniquesa añade, por su parte que «a mí me gusta la combinación de figurativo con abstracto y me gusta la forma en la que trabaja Ángel, aunque yo no podría hacerlo, me inspira y creo que mi arte puede ganar mucho con esta combinación».
El trabajo en el taller de grabado del Museo de Ciudad Real se está realizando con gran variedad de técnicas, como aguafuerte, aguatinta, mezzotinta o punta seca, entre otras, las mismas que utilizaron en su día artistas como Rubens o Goya.
Para Hasenöhrl esta es la primera ocasión en la que trabaja con técnicas de grabado, de modo que las tareas habituales de dibujo con el buril o la herramienta característica de la técnica a emplear, el uso de los ácidos o el entintando de las planchas fueron una novedad muy atractiva para ella.
El grabado alemán. En este sentido, se da la paradoja de que el sur de Alemania, donde se encuentra Munich, fue una de las zonas desde las que se extendieron las técnicas de grabado, pero hoy en día «no conocemos a nadie, salvo un artista chileno, que trabaje allí con estas técnicas», añade Barroso. Por este motivo, cuando los responsables de la feria en la que ya estuvieron el año pasado les pidieron que presentaran una nueva propuesta para la edición de este año pero basada en una técnicas distintas a las que había mostrado el año pasado, «pensé que el grabado podría ser interesante y una forma de hacer algo sorprendente».
A su lado, Hasenöhrl añade que en Alemania los alquileres son caros y un taller de grabado es una instalación que requiere mucho espacio, por lo que entiende que muchos artistas prefieren sacar el máximo partido de su estudio con el mínimo de metros cuadrados. En este sentido, ambos agradecieron las facilidades encontradas en el Museo de Ciudad Real para hacer uso de sus instalaciones, así como el respaldo de la galería con la que trabajan en Alemania, Munique Art.