El Congreso de los Diputados vivió el martes un día histórico con la utilización por primera vez de todas las lenguas que son oficiales en unos ámbitos y en otros dentro de España. Como en tantos días históricos, lo que se vivió es un homenaje a la división, a la imposibilidad de que exista una visión común, y a una distorsión de la realidad  en la que entran en juego el victimismo propio de quienes sufrieron la represión de su lengua durante el franquismo, la situación actual en la que los partidos nacionalistas han tenido toda la capacidad para defender el uso de su lengua incluso a costa del hostigamiento de la lengua común,. Una realidad en la que las normas van por un lado, con sus éxitos en la ampliación de los hablantes de las lenguas cooficiales en su territorio, y sus disfunciones con la limitación del uso de la lengua común, sobre todo en las comunidades autónomas en las que se habla catalán, en función de quien gobierna. Porque da la sensación que bajo las alabanzas y la satisfacción por el uso de los idiomas cooficiales en el Congreso subyace su satisfacción por una decisión que favorece sus intereses, motivada única y exclusivamente por el endiablado resultado electoral del 23-F y la necesidad del PSOE para lograr los votos nacionalistas suficientes para que Pedro Sánchez pueda ser investido presidente del Gobierno.

Llevaba razón el portavoz parlamentario del PP para la ocasión, Borja Sémper, cuando recordaba que ninguna nación europea había hecho tanto por el respeto y promoción de la diversidad lingüística. Entre otras razones porque es una cuestión que ha dependido de las propias comunidades autónomas con lenguas propias, que han tenido capacidad para legislar sobre su protección y desarrollo. Con la aquiescencia del gobierno central, aunque ha tenido el reverso de que en ocasiones lo han hecho con desprecio hacia la lengua común, a la que se presenta como una amenaza para la lengua propia y que lleva al incumplimiento de las sentencias judiciales, aunque todas la lenguas son tan potentes que es imposible acabar con su libertad de uso, y la convivencia lingüística es lo habitual en la vida diaria.

Utiliando el razonamiento del diputado del PNV, Joseba Andoni Agirretxea Urresti para defender el uso de las lenguas cooficiales, que se preguntaba ¿a quién puede perjudicar que cada cual intervenga en su lengua si son lenguas oficiales reconocidas? ¿A la democracia? ¿Al español? ¿A la Constitución? , todas ellas podrían formularse, en sentido contrario, a favor del uso del castellano como lengua única en el Congreso. ¿A quién perjudicaría? ¿Al euskera?  ¿Al Estatuto de Gernica?

Muy interesante el discurso del portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, cuando afirmó que pese a  la victoria que suponía la utilización de las lenguas cooficiales en el Congreso se negaba, "como independentista catalán, a que mi cultura y a que mi lengua requiera de perdedores". Hoy aquí no hay perdedores, como mucho hay ignorantes", dijo Rufián. 

El diputado socialista José Ramón Besteiro fue el primero en realizar toda su intervención en gallego al defender una reforma del Reglamento que todavía no se ha aprobado como denunció el PP. Vox decidió marcharse del Hemiciclo. Ahora tendrá que decidir si se va a ausentar siempre o si ha sido la performance del primer día. Como ha recordado la portavoz de EH BIldu, Mertxe Aízpurua, son los herederos de quienes les perseguían  y encarcelaban por usar el euskera. Algo imposible ya.