«No soy ninguna leyenda. Simplemente soy una persona que sabe disfrutar»: así se autodescribió alguna vez el alemán Michael Schumacher, que ayer anunció que se retirará de la Fórmula Una cuando concluya esta temporada.
«He decidido terminar con mi carrera, consciente de poder permanecer aún entre los mejores del mundo», declaró el ‘Kaiser’. Además, subrayó que no se arrepiente de haber regresado a los circuitos: «Puedo estar contento de mi rendimiento de los últimos tres años y de haber conseguido seguir a la cabeza. Sin embargo, en algún momento hay que despedirse».
Un adiós demasiado escueto quizá para el piloto más exitoso de todos los tiempos, del hombre que ganó siete campeonatos mundiales y se situó entre los mejores deportistas de la Historia.
Schumacher nació el 3 de enero de 1969 en Hürth-Hermülheim, en el oeste de Alemania, y a los cuatro años disfrutó de su primera experiencia en un kart a pedales con un pequeño motor. Nadie podía imaginarse que en ese instante comenzaba la carrera de un mito del automovilismo.
Gracias a su talento, ambición, determinación y una voluntad increíble para ganar, Schumacher encontró patrocinadores privados que le financiaron su imparable ascenso por todas las categorías del mundo del motor. Willi Weber se hizo cargo de la carrera del prometedor piloto en 1989. Un año más tarde, el heptacmpeón entró en un nuevo equipo júnior de Mercedes. Su participación en el Campeonato Alemán de Turismos y en el Mundial de Turismos Deportivos fueron los siguientes pasos.
FICHAJE POR BENETTON. Una sentencia de prisión para el piloto de Jordan Bertrand Gachot en 1991 abrió las puertas de la máxima categoría del motor a Schumacher. El germano debutó en Spa-Francorchamps, donde a los pocos metros de Gran Premio tuvo que abandonar por un problema en el embrague. A pesar de su retirada, el buen rendimiento del germano no pasó desapercibido y Benetton le contrató de inmediato.
Un año más tarde y en el mismo circuito, Schumacher conquistaría el primero de sus 91 Grandes Premios de Fórmula Uno. En 1994 ganó su primer Mundial a bordo del Benetton, escudería con la que se proclamaría campeón también al año siguiente.
Su era en Ferrari, desde 1996 hasta su primer retiro en 2006, lo encumbró al olimpo del deporte. Después de años de trabajo con su amigo y jefe de equipo Jean Todt y con el director técnico y gurú de las tácticas Ross Brawn, el piloto alemán conquistó en 2000 el primer título para la escudería italiana en 21 años. A ese triunfo le siguieron otros cuatro más de forma consecutiva. Schumacher se convirtió no solo en en el ídolo de los ‘ferraristi’, sino también en una megaestrella del deporte.
Pero el idilio del alemán con Ferrari tampoco se libró de los escándalos: en 1997 fue descalificado del Mundial en la última carrera del año, en Jerez, por golpear a su rival por el título, el canadiense Jacques Villeneuve. La Federación Internacional de Automovilismo lo desposeyó de todos sus puntos por conducta antideportiva.
En 2006 decidió poner punto final a su carrera. Después de una victoria en Monza, el piloto anunció emocionado: «Hay momentos en los que llega el punto en que todo tiene que terminarse. Ya no tengo la energía y la fuerza para seguir adelante».
Sin embargo, su vida fuera de las pistas no lo llenó como él esperaba. Probó con las motos, primero en secreto, luego oficialmente. Finalmente, Schumacher regresó al ‘Gran Circo’ en 2010 con Mercedes, donde no obtuvo los resultados esperados.
A pesar de esas últimas temporadas, con tercer puesto como mejor resultado, el alemán mantiente inalcanzables sus récords: siete títulos, 91 victorias, 155 podios, 68 poles y 77 vueltas rápidas.