El regreso del último mito

Leticia Ortiz (SPC)
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Más de 40.000 personas llenarán hoy la plaza de toros más grande del mundo, la Monumental de México D.F., para presenciar la vuelta de José Tomás, que no se viste de luces en público desde el pasado 2 de mayo

 
Empiezan a rasgar las guitarras entre tequilas. Pero lo que suena no es un corrido, ni siquiera una letra de José Alfredo de esas que el protagonista de la canción que se entona ahora asegura conocer todas. Los tradicionales sones de un pasodoble torero se mezclan con el sonido azteca de los mariachis que tocan las notas escritas por José María Napoleón. «Podrían con otros compararte, pero tú eres, lo saben ya, el más grande de los más grandes, torero caro y universal, lo saben tierra, mar y cielo, tú y más ninguno, José Tomás». Así reza una letra que se ha hecho muy popular en casi todos los rincones taurinos de México donde al madrileño se le conoce como El Príncipe de Galapagar.
La historia de amor entre este país y el torero madrileño, ese último mito que ha dado la Tauromaquia, vivirá esta noche su, de momento, último capítulo. Uno de los que más expectación ha levantado, como demuestra el hecho de que, en apenas unas horas, se acabasen las entradas puestas a la venta para el festejo en el que el diestro compartirá cartel con una de las figuras de la tierra, el joven Joselito Adame. Precisamente fue otra localidad mexicana, Aguascalientes, donde el pasado 2 mayo José Tomás hizo su última aparición taurina ante los fieles de una religión pagana que tienen al de Galapagar como un Mesías. 
Unos partidarios que llenarán hoy las 41.262 localidades que tiene el coso de la avenida de Insurgentes de la capital azteca. La plaza más grande del mundo, con el doble de asientos que los que existen en la Monumental de Las Ventas de Madrid. No habrá ni uno libre, pues el no hay billetes lleva varias semanas colgado de las taquillas. En la reventa, la fiebre por conseguir un boleto dispara los precios hasta los 7.700 euros por un sitio en la zona noble del coso, a escasos metros del ruedo. 
Desde España, cientos de aficionados partieron estos últimos días para presenciar el festejo. Las agencias de viajes ofrecían paquetes con vuelos, hotel y entradas que no bajaban de los 1.500 euros. Pero todo parece poco para asistir a uno de los festejos del año. Y es que los paseíllos del matador de Galapagar en los últimos años se cuentan casi con los dedos de la mano. Una circunstancia que, sumada a su negativa a que las televisiones graben y ofrezcan sus actuaciones, hace que cada cartel en el que se anuncie despierte una inusitada expectación. 
 
Granada, León y Málaga. En este sentido, desde 2014, cuando toreó en Granada, León y Málaga, ninguna plaza de la piel de toro ha podido ver al madrileño lidiar un encierro. Se rumorea, como cada invierno taurino, que en 2016 volverá a vestirse de luces, pero hasta que no se presenten las ferias, los aficionados no acaban de creerse la noticia. Incluso, en esta ocasión, se apunta a una plaza: Santander. El coso cántabro lleva un par de temporadas de declive y la presencia de José Tomás podría animar el abono. Sin embargo, esa excusa se utilizó en años anteriores para vender la posible presencia del matador en plazas como San Sebastián, Valencia, La Coruña o, incluso, la misma Sevilla. Ninguna de ellas fraguó.
 Este interés en contar con José Tomás en los carteles de las Ferias va mucho más allá de su indiscutible calidad taurina. Según un estudio publicado por el profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura, Juan Medina, la presencia del matador madrileño en los ruedos durante las temporadas 2007­2010 (62 festejos) generaron unos movimientos económicos de 91,7 millones de euros, de los que 37,9 son ingresos directos en taquilla, gracias a la presencia de 757.612 espectadores.
En los últimos años, esas cifras, incluso, han aumentado y se calcula que cada paseíllo del torero de Galapagar supone un impacto para la economía local de unos dos millones de euros, entre el propio coste de las entradas y, principalmente, el gasto que realizan los aficionados en hoteles, restaurantes y negocios hosteleros diversos.
Parece, por tanto, que es rentable para las empresas abonar al madrileño sus altos honorarios. A pesar del secretismo en torno a los salarios de los matadores que, tradicionalmente, se ha dado en la Fiesta, un medio mexicano aseguró esta semana que el de Galapagar se embolsará en torno a un millón de euros por matar tres toros en el coso de México D.F.
 
Navegante’. Ahora, José Tomás vuelve a ese México en el que se crió como torero (se doctoró como matador hace más de 20 años en la misma Monumental a la que regresa hoy), en la que estuvo a punto de morir y en la que también resucitó. En la enfermería de la plaza de toros de Aguascalientes, 12 personas atestiguan el fallecimiento de José Tomás un 24 de abril de 2010, a eso de las siete de la tarde. El madrileño riega con su sangre el ruedo y las paredes del interior del coso después de haber sido corneado por Navegante. «Como llave de agua abierta» , cuenta el subalterno Alejandro Prado que brotaba el líquido rojo del cuerpo del marado. La muerte rondó, más cerca que nunca, al mito y solo la pericia de los doctores mexicanos y la sangre de varios voluntarios le salvó de aquel destino que parecía escrito.
«México, recibí la sangre de tu pueblo, no me puedo sentir más mexicano». Por eso, ahora, José Tomás vuelve a su patria chica.