En nuestros días resulta difícil imaginar que el hielo fuese en tiempos pasados un producto de lujo. Durante siglos fue un bien preciado y efímero, y a menudo, muy difícil de conseguir. En este contexto surgieron los pozos de nieve, tan populares e importantes desde el siglo XVI. Eran pozos excavados en el suelo que funcionaron hasta que se empezó a producir hielo de forma artificial.
En la última década del siglo XIX, el mercado del hielo sufrió un gran cambio, cuando se descubrió un ciclo de refrigeración que, posteriormente, finalizaría con la invención de la primera máquina industrial capaz de fabricar hielo de manera artificial. Esto supuso un antes y un después en el comercio del hielo y la nieve natural, ya que, entre otras cosas, permitía la fabricación de hielo más allá del invierno y la posibilidad de un surtido ilimitado del producto. A partir de este momento se produjo una rápida proliferación de las fábricas de hielo. Este producto fue muy demandado para muchos usos, especialmente para la industria agroalimentaria, la conservación de los alimentos y enfriamiento de bebidas.
En España, la industria del hielo artificial se fue generalizando de forma rápida y extraordinaria. Ciudad Real contaba a mediados del siglo XX con dos fábricas de hielo, una en el tramo final de la calle Calatrava. Su nombre, Siberia. La otra, en la avenida de los Mártires, hoy calle Alarcos, situada en el número 47 de esta vía, en el lugar que hoy se encuentra el Hotel NH. Fue fundada en el año 1951 por el empresario Fructuoso Cárdenas y tuvo por nombre La Industrial.
La fábrica de hielo de los Cárdenas - Foto: Rueda VillaverdeLa fábrica de hielo de la calle Alarcos gozaba de la tecnología y maquinaria más avanzada del momento. Tenía capacidad para producir 5.000 kilos diarios de hielo de excelente calidad, y en caso de mucha demanda, podía hasta duplicar la producción, poniendo en marcha un segundo compresor que tenía de reserva. El hielo se vendía en barras de 10 y 20 kilos, que así se distribuía en los establecimientos de hostelería hasta que se pusieron de moda los cubitos de hielo. El hielo se conseguía tras sumergir en agua salada unos cajones metálicos con forma rectangular llenos de agua, para ser sometidos a un enfriamiento utilizando el amoniaco como refrigerante.
La fábrica de hielo de Cárdenas tuvo una gran actividad desde el primer momento. A la industria se accedia a través de un gran portalón, que tenía en su parte superior un bonito mirador acristalado, que daba acceso a un amplio recinto donde, además, de las dependencias de la fábrica de hielo, en verano funcionaba un popular cine de verano con el nombre de cine Avenida.
Al fallecer Fructuoso Cárdenas, regentaron el negocio sus hijos Jesús y Antonio. Tras el fallecimiento del primero se hizo cargo de la fábrica hasta su cierre su hermano Antonio, una persona muy popular en Ciudad Real, hombre de bondad agigantada y un coloso de los fogones.
Anexo a las instalaciones de la fábrica de hielo había un patio empedrado, con una parra que lo cubría casi en su totalidad, donde la popular peña Los Cabezones tuvo su sede social, siendo afamadas sus comidas, tertulias y fiestas que allí celebraban.
La fábrica de hielo de los Cárdenas cerró sus puertas el 13 de junio de 1991, tras una multitudinaria fiesta de clausura que organizó su propietario Antonio Cárdenas Calatayud (pandorgo 1983) y la festiva peña de Los Cabezones.