Un planeta convertido en un polvorín

Agencias-SPC
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Una de cada seis personas en el mundo vive en una región en la que existe un conflicto activo

Un planeta convertido en un polvorín

El estallido de la guerra en Gaza entre Israel y Hamás el pasado octubre no ha hecho sino confirmar lo que ya constataban los datos: cada vez hay más conflictos en el mundo. Según el Índice de Conflicto elaborado por ACLED, un proyecto que se dedica a hacer seguimiento de la violencia de carácter político en el planeta, los incidentes relacionados con contiendas aumentaron un 12 por ciento en 2023.

En total, el pasado año contabilizó más de 147.000 eventos -un acto concreto de violencia realizado por un actor en un lugar determinado y con un resultado concreto- en los que se registraron al menos 167.800 fallecidos. Esto supone que una de cada seis personas en todo el mundo vive en una zona en la que hay un conflicto activo.

Esta cifra es un 12 por ciento superior a los incidentes registrados en 2022 y un 40 por ciento en comparación con 2020, un año atípico puesto que fue el de la pandemia de COVID-19 y, por tanto, hubo un descenso de la violencia. No obstante, según ACLED, si el dato se compara con el período 2018-2019, cuando los conflictos en Afganistán y Siria estaban en su apogeo, ha habido un aumento del 20 por ciento.

Para elaborar su índice, ACLED tiene en cuenta cuatro factores: letalidad, peligro -entendido como riesgo para la población civil-, difusión  -proporción del territorio del país afectada- y fragmentación -el número de actores armados que actúan-.

Conforme a estos parámetros, ha elaborado un ranking con los 50 países más afectados por conflictos, los cuales suman el 97 por ciento del total de incidentes contabilizados en 2023. Si la lista se limita a los diez donde el nivel se califica de «extremo», entonces representan el 40 por ciento del total.

Birmania a la cabeza

La lista de los 10 países que sufrieron más incidentes la encabeza Birmania, seguido por Siria, Palestina, México, Nigeria, Brasil, Colombia, Haití, Yemen y Sudán. En el caso del primero, al igual que Siria, no han cambiado de posición con respecto al índice de 2022, mientras que Palestina ha subido ocho posiciones como resultado de la guerra que estalló el pasado octubre.

Además, Birmania es también la nación con el conflicto más fragmentado, puesto que allí operan cientos de pequeñas milicias formadas para combatir a la junta militar que gobierna desde el golpe de Estado de 2021. Por su parte, Palestina es el más difuso, dado que afecta a casi todo su territorio.

Por su parte, México sigue siendo el más peligroso para los civiles, ya que estos suelen ser víctimas directas de los carteles de la droga en su competición entre sí, mientras que Ucrania se mantiene como el más violento, dado que suma ya miles de muertos, si bien, si se contabiliza desde el 7 de octubre entonces el que se vive en Gaza es el más letal.

Precisamente, la guerra en Europa del Este ha salido este año del Top 10 y cae nueve puestos hasta la décimotercera posición. ACLED explica que este descenso se debe a dos motivos. En primer lugar, «hay niveles significativos de estancamiento» en el conflicto, incluido el número de muertos, puntos activos y combatientes, sin que haya señales de cambio ni de que vaya a terminar.

En segundo lugar, añade, porque los niveles de conflicto en otros países están aumentando tanto en lo relativo a frecuencia, como actores como extensión, de ahí el que haya pasado de ser un conflicto de nivel extremo a nivel alto.

Sin guerras tradicionales

Por otra parte, ACLED llama la atención sobre el hecho de que los conflictos son cada vez más complejos. Actualmente ya hay pocas guerras tradicionales -las que enfrentan a Estados o a un Estado con un grupo rebelde- y por contra cada vez más países que sufren varias contiendas que se superponen al mismo tiempo. Así, las más frecuentes son los registrados en Birmania o México, con múltiples actores armados, y «menos insurgencias tradicionales en las que un grupo se enfrenta con un Gobierno por el control o el territorio».

Además, el hecho de que en muchos países haya varios conflictos superpuestos con diferentes objetivos obliga a las fuerzas gubernamentales a tener que combatirlos a la vez y deja a la población civil expuesta a varios tipos de violencia.

En general, en las naciones que encabezan el ranking operan numerosos grupos armados y organizados, los cuales se enfrentan con frecuencia entre sí al igual que lo hacen con las Fuerzas de Seguridad. Otra característica de estas guerras es que son milicias más que rebeldes los que cada vez más desempeñan un papel preponderante.

Por otra parte, ACLED llama la atención sobre el hecho de que el nivel de conflicto esté aumentando con rapidez en los Estados de renta media y democráticos. «La pobreza no es un precursor del conflicto y la riqueza no es una garantía de paz», resume.

Además, «la democracia no protege a los países de una política violenta». 

La tendencia hacia la democracia a nivel mundial ha reducido «la probabilidad de guerras civiles tradicionales e incrementado la probabilidad de la actividad de milicias y la violencia política».

En este sentido, ACLED avisa que puesto que en 2024 habrá un número sin precedentes de elecciones que hará que casi la mitad de la población mundial tenga que pasar por las urnas, «esto hará que aumenten los ataques violentos contra civiles y más ataques selectivos y asesinatos de las autoridades locales por grupos armados».