Mediada la década de los años 30 del siglo pasado, el estudio cinematográfico Universal de Hollywood se planteó rodar una secuela de su gran éxito de 1931, El doctor Frankenstein, la película basada en el clásico de la literatura fantástica escrito por Mary Wollstonecraft Shelley en 1818. Las taquillas habían confirmado que el público de aquellos primeros años de la década, marcados por la Gran Depresión y el empobrecimiento general, quería evadirse de la realidad y apoyaba las películas de terror. El magnate del estudio Carl Laemmle encargó a su equipo preparar una secuela, y ahí nació el proyecto de La novia de Frankenstein, película de mayor calidad artística que la primera en la que Elsa Lanchester inventó el peinado electrificado por unos cátodos que valían para darle vida a su personaje y quitársela a su modelo, el monstruo creado con despojos de cadáveres.
El gobierno de Pedro Sánchez ha sido comparado con Frankenstein, no por ningún horrible protofascista o tertuliano ultraconservador, sino por el añorado Pérez Rubalcaba. La mezcla de pedazos que compusieron la mayoría que ha apoyado durante tres años y medio al presidente era más parecida al Frente Popular español de los mismos años 30, pero don Alfredo evitó el acostumbrado guerracivilismo y prefirió crear la figura metafórica del moderno Prometeo para definir con ingenio lo que el presidente había creado una moción de censura y dos elecciones generales después de su llegada a la vida pública. Todo apunta a que ahora, por decisión de los ciudadanos españoles en su sacrosanto derecho de elegir el arco parlamentario con su voto, vamos a asistir a la secuela de aquel Frankenstein primigenio, y como en las películas que protagonizó Boris Karloff vamos a tener también una novia en el festejo. La novia no está vestida de blanco, ni tiene su cabellera erizada hacia el cielo de forma esquizofrénica. Es un señor más bien gris nacido en Gerona, de nombre Carles y apellidos Puigdemont i Casamajó, el prófugo de la justicia que se marchó para evitar ser detenido aquella madrugada en el maletero del coche de su mujer, y ahora seis años después va a decidir quién gobierna en el país al que odia. Entre la sugerente y pizpireta Elsa, que fue esposa de Charles Laughton, y esta novia de ahora, qué quieren que les diga...
Hace una semana los españoles dijeron que no quieren un gobierno de derechas, tal y como interpretamos todos al ver los escaños obtenidos por cada bloque. Dijeron que les da más miedo que partidos como el PP o VOX decidan la formación de un gobierno a que lo hagan partidos como Bildu, ERC y Junts. Han dado validez a los indultos que dejan las sentencias judiciales en papel mojado, a la liberación de terroristas y de violadores. Todo eso necesitaba un refrendo de las urnas porque no había sido prometido por nadie y media España lo consideraba inaceptable. Ahora que lo tiene, veremos qué camino sigue la criatura creada en la madrugada fantasmagórica de Villa Diodati.