Soler brinda 'el último gin-tonic'

Diego Farto
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El escritor valenciano regresará a Ciudad Real de la mano de Manuel Juliá y Eugenio Arce para presentar su novela por medio de un acto en el Museo López Villaseñor

El poeta, crítico literario y antólogo Rafael Soler, regresa la próxima semana a Ciudad Real, donde el día 13 de noviembre presenta la novela El último gin-tonic, una obra cargada de rasgos de modernidad. El acto se realizará en el Museo López Villaseñor a partir de las 20.00 horas y contará con la presencia de los también escritores Manuel Juliá y Eugenio Arce.

En una conversación con La Tribuna, Soler que se ha convertido en un visitante habitual de Ciudad Real, comentó que el escritor «tiene el privilegio especial de aprovechar todo lo que la vida de te ofrece», para incorporarlo a sus obras. De esta forma señaló que El último gin-tonic es una «novela coral», en la que la protagonista es «la incomunicación» entre los personajes, «la soledad mal llevada» y otros muchos males que afligen a la sociedad actual, en tanto que los personajes no se ven afectados por el sentido de la culpa.

La trama se articula en torno a una familia, los Casares, marcada por el padre, de nombre Lucas y sus tres hijos, Mateo, Juan y Marcos, cuyo abuelo se llama Moisés para completar las evocaciones bíblicas. Es la muerte del patriarca el leit motiv de la novela, puesto que sus familiares pasan tres días juntos en el tanatorio, un tiempo en el que los personajes se acercan a «una última frontera».

Soler aprovecha también el carácter icónico del gin tónic en la sociedad actual, «el gin tónic está concebido como brindis, como celebración de los Casares, que se reúnen en un bar que se llama Los Abrazos, en el que los hermanos se dan un abrazo», reveló antes de detallar que como es costumbre en la sociedad, «siempre se desea que el último gin tónic sea en realidad el penúltimo», ironizó.

La novela introduce en su trama elementos actuales como el correo electrónica. «La obra empieza con un correo electrónico y termina con otro correo», observa. El lector se encuentra así leyendo primeramente una receta de cocina, «de una torta de lentejas y termina con otro que es sobre la preparación de un gin tónic y entre medias de estos dos correos se va contado toda la historia». Así, el armazón de El último gin tónic se vale de «muchos recursos narrativos distintos, incluso la técnica del guión de cine, los personajes se presentan casi con brochazos». Al mismo tiempo, a la hora de incorporar datos de la historia, ha preferido seguir el criterio de que «lo que no suma resta». A pesar de lo cual ha llegado a una novela de casi 700 páginas.

Soler entiende que épocas anteriores existía un pacto entre el autor y el lector de modo que éste «tenía que hacer un pequeño esfuerzo al principio hasta que llegaba un momento en que se veía atropellado por la historia». Pero ahora, como en otros campos «hay que tomar decisiones arriesgadas».  De esta forma, proclama: «Quien no se arriesga no fracasa, y quien no fracasa no aprende».  En este sentido, El último gin-tonic es «una novela de perdedores que lo llevan bien».

El escritor resalta la paradoja de la sociedad actual, eminentemente vinculada a la imagen, cuando las personas de su generación «nos formábamos fundamentalmente leyendo, teníamos nuestra parte de investigación en lo que leíamos». A pesar de ello, lo audiovisual sigue está presente en la literatura, los escritores han aprendido a no andarse por las ramas.