Solo los Monty Python son capaces de empezar un espectáculo de forma tan irrespetuosa: aún reinaba un silencio expectante entre el público de Londres cuando por la pantalla irrumpió volando la cabeza del fallecido Graham Chapman, que rebotaba como una pelota entre los planetas. Cuando los cinco artistas restantes aparecieron sobre el escenario, el estadio estalló. Y es que después de 34 años sin actuar juntos, a los ingleses no les hacía falta romper el hielo.
Las bandas suelen tener un problema en los escenarios: los fans solo quieren escuchar los viejos hits, mientras que los músicos prefieren tocar sus temas nuevos. En ese sentido, los Monty Python y su público estuvieron de acuerdo: ya fuera con sketchs como el del Loro muerto o la Canción del leñador, estos humoristas de culto cumplieron con todos los deseos de su audiencia.
«Sería raro tratar de hacer y escribir a esta edad cosas distintas a nuestras mejores interpretaciones», indicó Eric Idle poco antes del inicio del show en vivo en el estadio 02-Arena de Londres el pasado martes. Y fue así como la primera de las 10 noches se convirtió en una versión ampliada para escenarios del programa de televisión Flying Circus, que convirtió a los Monty Python en estrellas a partir de 1969.
Es cierto que la canción Silly walks song es nueva, que en los años 70 no había chistes sobre smartphones que vibraban y que el espectáculo de baile estaba concebido especifícamente para este montaje. Las apariciones en pantalla de los físicos Stephen Hawking y Brian Cox sorprendieron tanto como la actuación del cómico Stephen Fry. Sin embargo, los míticos comediantes decidieron no brindar demasiadas novedades inesperadas a su público, que los seguía con los ojos encendidos desde las butacas, cantando y aplaudiendo.
«Para eso estamos aquí», anotó Sue, de 68 años, oriunda de Leeds. «Para dejarnos llevar por los recuerdos y sentirnos jóvenes».
John Cleese, Eric Idle, Terry Jones, Terry Gilliam y Michael Palin pudieron permitirse de todo. Al recontar los distintos tipos de quesos para su famoso número, Cleese se olvidó en una parte de la letra y no pudo evitar reírse. Daba lo mismo, el público lo celebró. Los cómicos, de entre 71 y 74 años, se tomaron tantas pausas para recobrar el aliento que, en resumidas cuentas, pasaron poco tiempo sobre el escenario. Pero dio igual, ya que los vídeos de los filósofos que juegan al fútbol y de las Tontas Olimpiadas (esas de la carrera de personas sin sentido de la orientación) entusiasmaron igual.
Sin embargo, la prensa británica no se mostraba ayer tan satisfecha. «¿Hemos pagado todo este dinero para ir al estadio a ver material de los Monty Python que puede tenerse en el DVD And now for something completely different?, se preguntaba el diario The Independent. «¿Con estas dos horas y media algún infiel se convertirá a los Monty Python? No, no lo harán», criticaba The Times. Y The Guardian apuntaba a la «barriga» de Cleese.