Leo, un nacimiento entre dos mundos

Hilario L. Muñoz
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Leo es el primer bebé de ucranianos nacido en Ciudad Real, entre la tierra que dejaron atrás sus padres y la que les acogió como refugiados

Leo, un nacimiento entre dos mundos - Foto: Tomás Fernández de Moya

La vida de Leo Nistor llega marcada por su nacimiento, lejos de su tierra, Ucrania. Nació sin saber si pisará su país, aunque llega como muestra de la esperanza tras la guerra, como el primer bebé de padres ucranianos en la capital, nacido el pasado 27 de noviembre en el Hospital General de Ciudad Real. Llega entre dos mundos, el que dejaron atrás sus padres, Illia Nistor y Olga Hrechanyk, y el mundo por descubrir como refugiado.

La familia llevaba dos años pensando en tener hijos y cuando al final llegó, en la primavera pasada, habían pensado en casarse. Por este motivo, la historia de Leo empieza al poco de que Olga se quedara embarazada, cuando su padre, Illia, decidió irse a Polonia a trabajar en la construcción y a hacer algunas gestiones de cara a la boda. Mientras, Olga, se encontraba realizando diseños de esculturas para parques en Ucrania, a la espera de su bebé.

La guerra rompió los sueños de paz y la planificación que llevaba años realizando la pareja. El primer temor fue por Olga, que estaba en una de las ciudades sobre la que más bombas han caído en la guerra, la primera el 18 de marzo. Leopolis es una ciudad situada casi en la frontera de Polonia. Mientras, Illia se debatía entre volver y alistarse para defender su tierra o ser refugiado ante «el milagro» que supone Leo tras «tantos años de querer tener hijos».

Finalmente, Olga pudo salir con una maleta, en la que tomó unas pocas pertenencias. No guardó nada para el bebé, cumpliendo una tradición ucraniana que marca que hay que esperar casi hasta el nacimiento para buscar la ropa y demás objetos para el nuevo miembro de la familia. «Lo importante era reunirnos», indican y, cuando lo lograron, escucharon que en «España se acogía bien a los ucranianos». Así llegaron al proyecto de Cruz Roja. Era el 14 de abril, y aún siguen vinculados con la ONG, como solicitantes de asilo.

«No nos arrepentimos de haber llegado a España, más teniendo un recién nacido, cuando vemos las noticias de Ucrania, donde ahora hay problemas con el gas y la luz», explican los padres. «No nos imaginamos cómo habríamos vivido allí», señala Olga. «Llegamos directamente a Ciudad Real y nos gusta porque es acogedor, a todos los sitios se puede llegar andando, hay parques muy bonitos por donde pasear, museos y siempre hay actividades», comenta Illia, quien cree que el problema para quedarse aquí está en el trabajo, que lleva meses buscando en su sector.

Los padres dialogan con La Tribuna en un día especial para la comunidad ucraniana, San Nicolás, el día en que se entregan los regalos, de ahí los trajes de su país con los que posan y que han llegado en un correo que utilizan cientos de ucranianos para mantener el contacto con su país. Mientras, por las redes viajan las fotos del pequeño Leo, las que llevan hechas en su mes de vida, y cuya esperanza se ve en el frente, donde las observa el hermano de Olga, que combate a las tropas rusas, y los padres de Illia. «Desean conocer a Leo», pero, a la vez, los padres de Illia agradecen que su nieto «esté en España y no en Ucrania», lejos de la guerra.

De hecho, como muestra de la diferencia entre nacer aquí y allí, recuerdan el trato que han recibido en el hospital. El parto de Leo no fue fácil. Olga estuvo tres días en el hospital, donde el equipo de Ciudad Real tiró de traductor en el móvil y del apoyo de Cruz Roja para ayudar en cada momento.

Tras esta historia, los padres de Leo miran hacia el futuro sin saber lo que ocurrirá, aunque se ve optimismo en su mirada y en cómo pasean por la capital. «No sabemos qué va a pasar, cuánto va a durar la guerra y, aunque la tierra siempre tira, aquí Leo podría tener futuro», reflexionan. En su país, antes de la guerra, cuando esperaban su llegada, también lo hubiera tenido, pero tras casi un año de bombas, saben que será necesario recuperar el país, para luego recuperar los sueños que tenían cuando supieron que Leo iba a llegar al mundo.