"Estoy desilusionada con los rusos partidarios de la guerra"

A. Criado
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Olga Darydova confía en que la paz llegue hoy mejor que mañana y que lo haga de la mano de «aquellos que tienen una mentalidad más abierta y en cuyos corazones no habita el odio»

"Estoy desilusionada con los rusos partidarios de la guerra" - Foto: Rueda Villaverde

«He tomado la decisión de una operación militar especial». Con estas palabras, Vladímir Putin lanzó una ofensiva contra la vecina Ucrania el 24 de febrero de 2022, desencadenando el peor conflicto en el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial. La invasión pilló por sorpresa a la mayoría de sus compatriotas, entre ellos a la moscovita Olga Darydova, de 44 años, madre de cuatro hijas y que actualmente reside en la localidad ciudadrealeña de Piedrabuena: «Aquellos días los vivimos fatal, estábamos deprimidos porque no entendíamos los motivos, aunque nos los podíamos imaginar».

Tras acabar sus estudios universitarios de Filología Hispánica, viajó a España en 2003 y se estableció en San Cugat del Vallés, donde permaneció más de 15 años antes de regresar a Moscú, en noviembre de 2019. Allí, en la capital rusa, le sorprendió un estallido bélico que ha dividido al pueblo entre los partidarios del gobierno presidido por el antiguo espía de la KGB y sus detractores, una división que se traslada incluso al seno de las familias. «Varias madres salíamos de paseo al parque con nuestros hijos y no nos salían las palabras», rememora.

La campaña relámpago prevista por el Kremlin va camino ya de los dos años: «Ahora Putin tiene que salvar la cara y creo que no sabe cómo salir airoso de esta situación». Olga no esperaba mucho del presidente ruso y de su entorno, pero reconoce que se siente «desilusionada» con los partidarios de la guerra, entre los que se encuentran muchos jóvenes que hacen suyas las proclamas del gobierno, unos mensajes del pasado que están calando y que, a su juicio, «manipulan la historia y traicionan a nuestros abuelos». También con aquellos que se ponen de perfil, «que prefieren no opinar, no tienen una postura clara o afirman que los otros -por los ucranianos- también lo han provocado». Lamenta, asimismo, la «falta de personalidad» de muchas celebridades del país con poder de influencia y la «caza de brujas» emprendida contra los críticos que han abandonado Rusia, masacrados desde los medios oficialistas y las redes sociales. «Se ha llegado a un punto en el que se evita hablar de política con los amigos por lo que puedan pensar, pero yo tengo una postura pública sobre este conflicto y es a favor de la paz, y eso no significa que desprestigie a mi país», enfatiza.

Olga Darydova, ciudadana rusa residente en PiedrabuenaOlga Darydova, ciudadana rusa residente en Piedrabuena - Foto: Rueda Villaverde

La distancia amortigua el dolor, pero no se traduce en olvido: «Tengo amigos en Ucrania y sufro muchos por ellos, siento una gran preocupación cuando pasa un tiempo y no dan señales de vida». Uno de ellos, residente en Kiev, aunque de origen letón, ayudaba a los militares ucranianos y le comentó que «no se podía imaginar ni creer hasta dónde podían llegar las atrocidades cometidas en los pueblos hasta que las vio con sus propios ojos». Las fotografías que le envió son testigos de excepción de la crueldad humana.

Rencor recíproco. Explica, en este sentido, que más allá de los intereses geopolíticos, de la «mentalidad soviética» de Putin y de los coqueteos de Ucrania con la Unión Europea, existe un «rencor» recíproco de una parte importante de la población de ambos países que echa más leña al fuego, aunque insiste en que «no hay justificación para llegar a estos extremos». «Hace tiempo puse un mensaje en un grupo en el que había rusos y ucranianos y una chica me mandó un mensaje por privado diciéndome que como me habían ocupado la casa, me ofrecía la suya en primera línea de guerra. No les culpo, porque entiendo que están viviendo una situación muy difícil y más si han perdido a algún ser querido», afirma comprensiva.

Olga confía en que la paz entre Rusia y Ucrania llegue hoy mejor que mañana y que lo haga de la mano de aquellos que tienen una mentalidad más abierta y en cuyos corazones no habita el odio y el rencor, aquellos que han superado el discurso prehistórico del conmigo o contra mí que tantos conflictos ha desencadenado, de aquellos que, más allá de nacionalidades y fronteras, valoran a las personas como seres humanos libres e iguales en dignidad y derechos.