"El pueblo palestino quiere una paz duradera y de verdad"

A. Criado
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La familia de Wisam vive en Jan Yunis, uno de los focos del conflicto, y apenas puede conciliar el sueño mientras espera noticias de su hermano

Wisam Ibrahim, palestino de origen Libio residente en Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Wisam Ibrahim Almasrri (Libia, 1987) salió de Palestina por la frontera de Egipto en 2016 (Israel le denegó el permiso) y tras recorrer el país de las pirámides, Túnez, Mauritania, Argelia y Marruecos, llegó a España. Primero recaló en Melilla y después viajó hasta Ciudad Real, donde recibió la ayuda de la ONG Movimiento por la Paz para encontrar vivienda y medicamentos con los que tratar su enfermedad: una bala acabó con la movilidad de sus extremidades inferiores y tiene que echar mano de una silla de ruedas para desplazarse. Después de un tiempo, se mudó solo a un piso próximo a la ronda, por la zona universitaria, con el deseo de poder reunirse con su madre. El estallido de un nuevo conflicto palestino-israelí frustró su sueño.

La madre y dos hermanos de Wisam viven en la ciudad palestina de Jan Yunis, a donde llegaron en 1996 procedentes de Libia, convencidos de que los Acuerdos de Oslo firmados tras años antes entre el Gobierno de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) pondrían fin a décadas de enfrentamientos bélicos entre ambos pueblos. Nada más lejos de la realidad. Su padre era profesor y falleció hace unos años porque «los israelíes no le dejaron pasar a Egipto para someterse a una operación», mientras que él estudió en la Universidad de Gaza, trabajaba en una panadería y jugaba al fútbol en el equipo de su localidad. «Si la gente piensa que la reacción de Israel obedece únicamente a lo que ocurrió el 7 de octubre, está equivocada, fue por muchas cosas más. Imagínate la reacción que debería tener el pueblo palestino después del genocidio que lleva sufriendo desde hace 75 años, viviendo en una cárcel», afirma.

«No hay respuesta». Wisam sostiene que «no hay paz porque Israel no quiere». Recuerda, en este sentido, que fueron los israelíes los que «no respetaron los Acuerdos de Oslo», que estipulaban un reparto del territorio del 75% para los israelíes y del 25% restante para los palestinos, y que el actual presidente, Mahmud Abás, también clama por el sufrimiento de su pueblo ante la comunidad internacional, «pero no hay respuesta». «Los palestinos queremos parar la guerra y vivir en paz, ¿quién quiere ver morir a sus hijos?», se pregunta.

"El pueblo palestino quiere una paz duradera y de verdad" - Foto: Rueda Villaverde

Los ataques de Israel se centran actualmente en la zona en la que vive su familia, en Jan Yunis, y Wisam apenas puede conciliar el sueño. Un día antes de la entrevista concedida a La Tribuna se enteró de la muerte de su tío y de la de los 22 miembros de una misma familia, «vecinos de toda la vida, a los que conocía desde niños». Cada dos o tres días, su hermano se desplaza hasta un lugar en el que puede conectarse a una red wifi para informarle, un tiempo que se le hace eterno y que vive con angustia: «Imagínate estar viendo en la televisión las noticias de los bombardeos sin saber que mi familia había huido antes en busca de refugio».

En su opinión, la solución a este conflicto pasa por «un nuevo tratado de paz bajo la supervisión y el control de la Unión Europea y Estados Unidos, para que Israel cumpla de verdad lo que se dice en él y respete los derechos humanos fundamentales». «Dicen que están bombardeando Gaza porque Hamás tiene rehenes, pero no dicen que ellos tienen en sus cárceles a niños, mujeres, ancianos y enfermos palestinos desde hace 30 años, encerrados sin ni siquiera recibir un juicio justo», apostilla.

El pueblo palestino quiere una paz duradera y de verdad
"El pueblo palestino quiere una paz duradera y de verdad" - Foto: Rueda Villaverde

Wisam asegura que «España es uno de los pocos países europeos que ha reaccionado de forma positiva hacia el pueblo palestino», y se lo agradece de corazón. Considera, por el contrario, que el cambio en el discurso inicial del presidente de Estados Unidos (aliado histórico de Israel) obedece a «la presión internacional que está recibiendo a través de las redes sociales y en la calle con manifestaciones». «Si la mayoría de los ciudadanos de un país está a favor de una idea, su gobierno no puede decirles que no, y esa es la esperanza que tenemos, la de una paz duradera y de verdad», sentencia.