El Chaparrillo prueba cultivos a prueba de sequía

Diego Farto
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El CEA investiga variedades de herbáceos que puedan dar un rendimiento estable con diferentes climatologías

José Antonio Calero observa una plantación de cereal en el Chaparrillo. - Foto: Tomás Fernández de Moya

La sequía está siendo inusitadamente dura para el campo, algo que es apreciable a simple vista en la parcela que el Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo dedica a investigar sobre cultivos herbáceos de secano. Plantas que a estas alturas del año deberían superar los 1,60 metros de altura, apenas llegan a 1,20. Y, sin embargo, no todo es negativo, puesto que esta especie, en concreto la colza, puede dar un nivel de producción bastante aceptable a pesar de las dificultades, según aprecia el responsable del departamento de Experimentación Agraria, José Antonio Calero. Lo mismo está ocurriendo con determinadas variedades de camelina, triticale o trigo.

La colza es un cultivo oleaginoso que se utiliza preferentemente para alimentación animal. En este sentido, el técnico subraya que a pesar de ser una especie que requiere una técnica de siembra, así como una elección de la fecha de siembra más cuidadosa para conseguir una mejor implantación, es una especie a tener en cuenta en la rotación, aunque en parcelas pequeñas como en los ensayos pueden producirse daños considerables por pájaros.

Tras la colza, se observan los experimentos con camelina, otra planta oleaginosa, todavía novedosa en la provincia, cuyo uso más habitual es la elaboración de aceites de uso industrial.

Sin embargo, Calero matiza en declaraciones a La Tribuna que con estos ensayos no se buscan los mejores datos en un año concreto, sino identificar aquellas especies y variedades, capaces de mantener unos niveles de producción estable a pesar de las diferentes condiciones climáticas de cada año. «A un agricultor no le sirve para nada tener un cultivo que tiene un año muy bueno y el siguiente muy malo», reconoce.

Disponible para visitas

La parcela situada cerca de las instalaciones de El Chaparrillo sirve para que los agricultores interesados puedan conocer nuevos cultivos, variedades, antes de decidirse a introducirlas en sus parcelas, «pero nosotros no le decimos a nadie lo que tiene cultivar, nuestra finalidad es aportar información objetiva, imparcial a través de nuestros campos de ensayo» acota José Antonio Calero.

Los resultados de estos ensayos se vuelcan después en la página web del centro (https://chaparrillo.castillalamancha.es) además de formar parte de la red de ensayos regional del Iriaf (Instituto Regional de Investigación Agroalimentaria). También se colabora con grupos de trabajo a escala nacional como Genvce.

El técnico recuerda que los suelos y la climatología, no son los mismos en todas partes. «Por ejemplo, la zona de Horcajo de los Montes, no se parece en nada a la de Villahermosa», remacha, con lo que un cultivo que está dando resultados óptimos en El Chaparrillo, puede ser mucho más modesto en otro punto de la provincia, «pero por lo menos el agricultor puede venir aquí, conocerlo y tener una referencia para tomar sus decisiones en su explotación», reflexiona Calero.

Las pequeñas parcelas en las que se subdivide este campo de ensayo contienen diferentes variedades de una misma especie, de cada una de estas variedades se realizan un mínimo de cuatro repeticiones, para obtener resultados contrastados. Así se pueden estudiar las características agronómicas, así como las diferencias de rendimiento, razona el técnico.

En este sentido, Calero llama la atención sobre dos parcelas de cebada situadas una junto a otra y cultivadas en las mismas condiciones. Una de ellas apenas tiene grano, la otra tiene un mejor desarrollo y una producción aceptable teniendo en cuenta la escasez de precipitaciones. Es un ejemplo de la importancia de elegir una variedad adecuada en la producción cerealística, y más teniendo en cuenta los efectos cada vez más patentes del cambio climático sobre la agricultura.