Los tractores vuelven al campo para iniciar una nueva vendimia pero falta aún por cerrar la campaña que terminó el 31 de julio. ¿Qué balance hace de ella? ¿Qué sensaciones le deja?
La campaña pasada fue la segunda más grande quizá en 20 o 25 años, la segunda más importante de uva en La Mancha y también a nivel de toda Europa, con lo cual ha sido muy pesada en cuanto a la salida a los mercados porque hemos ido de más a menos en cuanto a los precios, y con un escenario un poco complicado en la comercialización. El final de la campaña se hará con unas existencias algo superiores a lo normal pero no mucho más, podríamos estar hablando de tres o cuatro millones de hectolitros más que una campaña normal. Destacaría eso, que es la segunda campaña más importante de los últimos 20 años en la Unión Europea, y en el mundo, la tercera más importante de esas dos décadas. Por el contrario, tenemos unos mercados de consumo totalmente estables, el consumo de vino no baja y debemos aprender, el sector en general y el de Castilla-La Mancha, que el viñedo lo tenemos todos los años y hay que aprender a actuar sobre los mercados de forma voluntaria y regulando la salida de la producción, cumpliendo siempre con la legislación y las normas europeas.
¿Tiene el sector herramientas para llevar a cabo esa autorregulación? Porque las propuestas siguen esperando la respuesta del Ministerio de Agricultura...
Hemos trabajado juntos y vamos a seguir trabajando con el Ministerio, pero tenemos que ser conscientes de que desde el mes de abril el Gobierno está en funciones, y hay unas limitaciones a la hora de poder legislar y tomar ciertas actuaciones. El hecho de no tener un Gobierno que emane de una investidura y una formación de Ejecutivo marca dos etapas muy diferenciadas: cuando se convocan elecciones el Gobierno en funciones tiene plenas facultades para tomar actuaciones, pero desde que pasan las elecciones esas funciones están más limitadas. Eso nos ha lastrado un poco a la hora de acelerar o tomar alguna decisión en el sector. Por contra, tengo que decir en positivo que las propuestas que desde el sector se han trasladado están vivas y esperamos en los próximos meses poder tener los resultados que corresponden.
Será, pues, una nueva campaña desprovista de medidas correctoras.
Evidentemente. Para esta campaña no hemos llegado y actuaremos con la normativa anterior y sin nada de lo planteado.
¿Es la regulación de los rendimientos, de la producción, el principal arma para evitar desfases en el mercado?
Diría que la producción tiene que procurar producir con una calidad adecuada, adaptada a lo que demanda el consumidor, y no me gustaría hablar solo de limitación o rendimientos, o de reducción de la producción. Dicho esto, en este sector, hoy más que nunca y por las últimas noticias, es necesario marcar que todo el mundo cumpla con la normativa europea, con la trazabilidad del producto, porque el hecho de que alguien se la salte y vaya en la frontera de la legalidad o dentro del fraude directamente, hace que muchos viticultores y explotaciones de nuestra región lo pasen mal. Y no podemos exigir a los agricultores que se autorregulen o autocontrolen si desde la administración competente no somos capaces de controlar la trazabilidad del producto, que es lo que realmente da valor a una producción agroalimentaria, y en este caso del vino de Castilla-La Mancha.
¿Se refiere dentro de esos enemigos a la llegada del Brexit o al acuerdo entre la UE y Mercosur?
No hablo de enemigos sino de gente que opera en el sector al margen o saltándose las normativas. No, el Brexit y el acuerdo son escenarios diferentes que vamos a tener que afrontar. Hablo de otras noticias que surgen donde se hace fraude con alcohol, con otros productos, y eso va en detrimento de la producción de nuestros agricultores y nuestras explotaciones agroalimentarias.
Las previsiones de la vendimia que ahora empieza hablan de un descenso de entre un 30 y un 40 por ciento. ¿Es un alivio?
No podemos basar nuestra estrategia comercial en lo que la climatología viene a hacer. La climatología la tenemos ahí, estamos en unas regiones complicadas, con falta de lluvia y situaciones extremas, y el hecho de que este año haya habido cuatro meses prácticamente sin una gota de lluvia y tengamos una reducción de producción no nos debe aliviar. No debemos estar satisfechos por decir que tenemos menos problemas porque tenemos menos cosecha. Aspiramos a que el esfuerzo de nuestros agricultores se convierta en euros que se trasladen a la sociedad y al medio rural. Con un precio adecuado y una cosecha adecuada, los pueblos funcionan y la riqueza se distribuye. No podemos confiar en que tengamos más o menos cosecha para que eso arregle los precios. Tenemos que aprender a regular nuestras salidas a los mercados y comercialmente ser lo suficientemente inteligentes para poder estar abasteciendo a nuestros clientes año tras año y de una forma regular. La viña está en el campo y un año lloverá, otro hará frío y otro hará calor. Debemos guardar cuando tengamos mucha producción y cuando no haya, sacar eso que hemos guardado para tener el mercado estable.
¿Cree que el sector tiene la unidad suficiente para encontrar el camino hacia la estabilidad?
En el sector cada empresa, sea cooperativa o mercantil, tiene sus propios intereses y lucha por posicionarse. Una vez dicho esto, como sector, tenemos que tener una normativa que nos permita actuar con arreglo a la política europea, hacer una retirada de producto y que cuando puntualmente falte podamos ponerlo en el mercado y estabilicemos para no tener esos dientes de sierra que desequilibran tanto la producción. No puedes decirle a tu consumidor que este año se tome solo media botella a la semana porque no he tenido producción, y decirle al año siguiente que se tome cuatro a la semana porque tienes mucho vino en la bodega. Si alguien consume habitualmente dos botellas de vino a la semana, va a tomar esas dos botellas, no puedes limitarle en función de tu producción. Somos los que elaboramos y producimos los que debemos ser capaces de autorregularnos y trabajar en función de lo que demanda el consumidor.
¿Hace falta una Interprofesional de Castilla-La Mancha?
El mercado del vino está globalizado. España produce una media de 40 millones de hectolitros, aunque es algo más, y viene a exportar en torno al 50 por ciento, depende del año. Dependemos mucho de lo que sucede en los mercados internacionales. No sé si hace falta una interprofesión regional, porque cuando nos empeñamos mucho en mirarnos muy de cerca... Hay cosas que ayudan al administrado por la cercanía, pero quien se va a beber el vino es alguien que está en Corea, Japón o China, y su procedencia no es relevante para él. Todo lo que sea potenciar, ayudar y no poner trabas, organizar, es bueno; pero si llenamos de organizaciones nuestro sector no sé hasta qué punto puede ayudar. Hay una Interprofesión de ámbito nacional y en la actuación sobre el vino de mesa, el varietal, habría que darle más cancha para trabajar. Eso no quiere decir que en la región no haya que incentivar y tomar las medidas para que el vino salga en las mejores condiciones.
¿Qué ata a esa Interprofesión o qué querría hacer y no puede? ¿Contra qué choca?
En las interprofesiones, todas en general, hace falta que las organizaciones que participan y colaboran tengan una visión de sector, de ver qué defiende. La Interprofesión del Vino de España defiende al sector del vino de España, no defiende ni a una parte del sector, ni a los viticultores ni al industrial o a los que envasan; defiende a todo el sector. Hace falta mucha generosidad, sentarse a una mesa y dialogar con mente abierta para llegar a acuerdos. No todas las organizaciones que se sientan hoy en la Interprofesión tienen esa voluntad, esa intención, y eso es lo que le hace falta. No hablo ni de organizaciones agrarias, ni de las cooperativas ni de alguna organización empresarial del sector del vino que está apostando por ganar en valor y por que el sector crezca. Hablo de alguien muy concreto y seguramente él me va a entender.
No han llegado las medidas correctoras pero sí la extensión de norma, que incluye una bajada de cuotas como principal novedad.
Hemos hecho lo más importante. Quién iba a pensar hace diez años que en España podíamos sentarnos y poner un anuncio que promocionara el sector del vino de forma genérica y que a todo el mundo le pareciera bien, y que todo el mundo lo apoyara. Pagado, ojo, con euros del propio sector. Eso ha sido fundamental, un paso importante. Si sales a informar al consumidor tiene que haber una labor de continuidad y de progreso. Dicho esto, nuestro sector en esta nueva extensión de norma encuentra dos capítulos importantes: hemos ajustado las cuotas que pagamos, porque entendemos que después de la experiencia de la primera extensión de norma que se podía hacer; y la segunda, más importante, que la hemos proyectado en el tiempo mucho más allá, es a cinco años, se va a consolidar en el tiempo. Esto parte de la voluntad mayoritaria de todo el sector, no unánime por desgracia pero sí mayoritaria, en trabajar por que detrás de una viña hay una sociedad que vive de ella y hay una proyección al consumidor y una cadena de valor importante que no debe dejar de funcionar.
¿Están satisfechos con los resultados de ese esfuerzo de promoción?
Si lo valoramos en ventas reales es muy complicado trasladar una promoción genérica y de sector a decir que hemos incrementado las ventas en no sé qué porcentaje y con esto hemos cubierto objetivos. No es el caso y no es el objetivo. Lo más importante de esta Interprofesión es que en la misma mesa son capaces de sentarse todos los actores y de pensar y trabajar en común, y eso es lo fundamental. A partir de ahí, lo demás viene por añadido, porque cuando todos estamos pensando en cómo hacer grande el sector del vino, darlo a conocer, ir a mercados exteriores donde España tiene una vocación importante de promoción, nos va a ayudar y nos va a posicionar.
La cuestión más espinosa para el final. ¿Qué pasará con los precios en esta campaña?
Somos cooperativas, como presidente de Cooperativas no trabajamos con un precio de mercado para la uva de manera puntual sino con el trabajo de todo el año. Estamos en un escenario con la segunda mayor cosecha de su historia, el mundo tiene la segunda o tercera mayor cosecha en los últimos veinte años y los mercados son estables. Lamentablemente el vino ha bajado excesivamente en esta campaña, no debíamos haber llegado a los niveles a los que hemos llegado. Cuando el vino está bajo sólo hay una opción posible, y es que el precio repunte. Lamentablemente, que tengamos que hablar de esto cuando la producción rondará un 30 por ciento menos, no es la mejor de las opciones. Es lo que tenemos hoy día. Confío en que haya unos precios razonables y permitan a nuestros viticultores continuar con su actividad, porque es la parte fundamental del sector. Sin viñas en el campo y sin agricultores cultivándolas difícilmente vamos a tener sector.