Comadrón por sorpresa

Ana Pobes
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Vera Santillana Gómez vino al mundo en la madrugada del lunes al martes en la vivienda de sus padres, Bautista y Patricia, en Villanueva de los Infantes. Cuando llegó el personal sanitario, solo tuvo que cortar el cordón umbilical

Comadrón por sorpresa - Foto: Rueda Villaverde

Vera tenía prisa por nacer, tantas que a su madre no le dio tiempo a llegar al hospital. Todo aconteció rápidamente, y el pequeño dormitorio matrimonial de su vivienda de Villanueva de los Infantes se convirtió en la madrugada del lunes al martes en un auténtico paritorio. Los padres de la recién nacida, Patricia Gómez y Bautista Santillana, no se creen aún que al final todo haya salido bien. «Tuve un día normal. Llevé a mi hija, Sara, de siete años al colegio y me fui a trabajar. Tenía dolores, pero aguantables. Sobre la siete de la tarde, empecé a tener contracciones cada diez o quince minutos. Al no ser regulares pensé que no eran de parto. Hasta que sobre las dos de la madrugada necesitaba ya empujar. Le dije a marido que llamara al 112 para que le indicaran cómo podía ayudar». Fue cuestión de minutos, y tras varias contracciones, Vera llegó al mundo sana y salva. Lo hizo con unas dos semanas de antelación y pesando 2,260 kilos.  

«Todo fue muy rápido. Me asomé y vi que tenía un poco de cabeza fuera. Mi mujer dio un empujón y de repente salió la cabeza entera. Metí la mano por debajo y salió. Fue cuestión de minutos», recuerda Bautista con el susto aún en el cuerpo. «Cuando te ves solo en casa y con tu mujer así, se sienten muchos nervios por no saber cómo reaccionar, pero al final todo ha salido bien y ver la cara de Vera nos llenó de felicidad», relata ya en la habitación de la planta de maternidad del Hospital de Valdepeñas. Cuando llegó el personal sanitario «solo tuvo que cortar el cordón umbilical». «En el momento no pasas miedo, actúas por instinto, pero la preocupación por lo que podía haber pasado viene después, pero Bautista lo hizo muy bien», añade con satisfacción su mujer.    

 Bautista, que regenta una empresa de maquinaria agrícola, se convirtió en comadrón por sorpresa. Una experiencia «única e inolvidable», pero que, asegura entre risas, que no le gustaría repetir. «Hasta que no ves que la niña ha salido bien se te encoge el corazón», comenta ante la mirada de su esposa y su hija mayor, quien esa noche se portó «estupendamente». «Me ayudaba y me daba masajes», apunta Patricia con una sonrisa. 

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Comadrón por sorpresa - Foto: Rueda Villaverde

Vera, manifiesta su padre, nació ya «muy espabilada y con los ojos abiertos». Esos que ayer copaban toda la atención de sus padres y de su hermana, pero también de su abuela y tía materna, a quienes les costó también asimilar la noticia. Madre e hija se encuentran bien a la espera de recibir en los próximos días el alta hospitalaria.