Hablar de José Luis Mayo es hacerlo del máximo exponente del belenismo contemporáneo. Desde que en 1999 diese forma jurídica a su taller artesano como sociedad limitada, este toledano afincado en Madrid se ha convertido en todo un referente de la escultura específica para los montajes de Belenes más allá de las fronteras europeas.
«Es mi afición, no se estar fuera del taller, necesito crear y tener las manos en el barro y la pintura», comentaba el autor a este diario en plena campaña navideña no ajena a la crisis económica. «El Belén ha tenido siempre etapas más brillantes y otras más bajas», consciente de que el belenismo «es un capricho» frente a otras necesidades prioritarias. «La afición va en aumento, es una tradición de siglos que se mantiene aunque sí es cierto que hemos notado la crisis», señalaba.
Bautizado en la parroquia de Santo Tomé vio la luz en un patio toledano de Pozo Amargo, hasta que con 9 años llegó a Madrid. Siempre en contacto con la ciudad, «me encanta pasear por el Casco, perderme por sus calles y admirar la obra del gran maestro, El Greco», decía, José Luis Mayo aprendió las técnicas de la escultura belenista en un taller regentado por murcianos, tierra de gran arraigo a esta tradición, aunque a medida que avanzaba en el aprendizaje fue dejando su impronta hasta llegar a la concepción actual de su estilo, de gran éxito.
«La clave está en hacer algo diferente a lo que se acostumbraba en Murcia o en Olot», explicaba el artesano y artista. «El estilo rompía con lo que se conocía, el éxito es ese, intento reflejar la época en la que nació Jesús y hacer personajes más humanos, reflejar la vida de hoy convertida en la de ayer», apuntaba Mayo, referente del belenismo contemporáneo.
China, Israel, Canadá, Estados Unidos, Venezuela o Argentina son algunos de los países a los que este artista toledano ha exportado parte de su obra, cuyas ediciones exclusivas se cotizan al alza en los más selectos circuitos de arte internacional.
El proceso que sigue José Luis Mayo es meramente artesano, «no existen las máquinas, lo único eléctrico que tenemos es el horno para la cocción de las figuras», comentaba el artesano que a día de hoy sigue recibiendo encargos de entidades públicas y privadas para la realización de belenes originales, exclusivos, a palillo, como se conoce en el argot.
De sus primeras creaciones «conservo pocas, si venía algún amiguete al taller y le gustaba algo se lo regalaba, me queda muy poco y lo que conservo es muy especial», apuntaba Mayo, que en 2008 recibió en Augsburgo la medalla de la Federación Internacional de Belenistas.
El acabado de sus creaciones, el dinamismo y la policromía, cuidada al detalle y con el máximo esmero, es una de las características de este escultor costumbrista que además de Belenes modela otro tipo de imágenes, sacras y profanas, que se exponen en diferentes espacios públicos, iglesias y capillas como la de la Divina Pastora de las Almas en la calle Amparo de Sevilla. La restauración de patrimonio es otra de las líneas de negocio que Mayo dirige desde su taller madrileño.