Las calles de las ciudades son vibrantes centros de actividades comerciales, sociales y catalizadoras de la transformación urbana. Los viales públicos no deben ser solo conexiones entre dos puntos de un barrio o una ciudad, sino que también deben ser espacios abiertos a la ciudadanía para su uso y disfrute, por tanto, la apertura de una nueva vía siempre es un impulso para el crecimiento y desarrollo del municipio.

En la primera mitad del siglo XX, Ciudad Real, que había tenido un sensible aumento de su población y del tráfico rodado, se enfrentaba a un problema serio de organización del tráfico de vehículos. Tenía que dar respuesta al problema del acceso de vehículos desde extramuros hacía el interior de la ciudad y salida de la misma. Con frecuencia ese tráfico se complicaba por la falta de urbanización de algunas zonas y la carencia de viales que facilitasen el desplazamiento de vehículos.

En esta época se urbanizó la actual calle Bernardo Balbuena que facilitó el tráfico rodado que salía y entraba a la ciudad procedente de la carretera de Puertollano y Badajoz. De igual forma, para facilitar la fluidez del tráfico y  urbanizar los terrenos y solares que había entre la plaza del Pilar y los paseos de Cisneros, hoy ronda de Ciruela, en 1950, el Ayuntamiento puso en ejecución un proyecto de urbanización de toda esta céntrica zona  que contemplaba la creación de una avenida de 15 metros de anchura que pusiese en comunicación la plaza del Pilar con la ronda de Ciruela. La calle proyectada contaba con dos tramos, uno entre la plaza del Pilar y su confluencia con la calle Tinte, y otro que partiendo de la calle Tinte terminaría en la ronda de Ciruela. Esta ambiciosa actuación urbanística, además de dar solución, en parte, al problema del tráfico, también permitió dinamizar esta zona enclavada en el corazón de la ciudad dando un salto cualitativo en este espacio público. La calle fue rotulada con el nombre de Avenida del Rey Santo

La creación de una nueva plaza que hoy cumple 60 años - Foto: Rueda VillaverdeEntre los dos tramos de la nueva avenida y en su confluencia de la calle Tinte se proyectó la construcción de una plaza de un diámetro de 50 metros. La urbanización de la plaza se llevó a cabo una década después de haberse inaugurado la avenida del Rey Santo. La nueva plaza que fue rotulada con el nombre de plaza de la Provincia en homenaje a todos los pueblos que componen la provincia de Ciudad Real, contenía en su parte central una fuente monumental que fue proyectada por el arquitecto Luis Fernando Benito, corriendo la dirección de obra a cargo del aparejador municipal Bonifacio Villaverde. La plaza y fuente fueron inauguradas hace justo 60 años: a las 11 de la noche del 7 de julio de 1963 por el alcalde de Ciudad Real Victorino Rodríguez Velasco, acompañado del Gobernador Civil de la Provincia. El acto comenzó con el descubrimiento de la placa con la inscripción de 'Plaza de la Provincia'. El alcalde, en su intervención puso de manifiesto las motivaciones que habían llevado al Ayuntamiento a dedicar esta plaza a la provincia de Ciudad Real, exponiendo que se quiso tener presente «a todos los pueblos de la provincia, al dedicarles esta plaza, la que, por su parte, puede considerarse la más monumental, para que sirva como símbolo de una nueva era, que ya está alumbrando para Ciudad Real y su provincia. Con esta plaza y sobre todo con esta monumental fuente, se quería simbolizar los nuevos horizontes que se abrían a nuestra provincia, poniendo en juego dos elementos fundamentales: la energía eléctrica y el agua».