Durante poco más de una hora, las calles de la localidad serrana de Vianos, en Albacete, se convirtieron en las una pequeña Jerusalén, las mismas donde según los textos antiguos Sus Majestades de Oriente buscaron hace ya más de dos milenios el camino hacía el Mesías recién nacido para indignación del monarca Herodes.
Varios centenares de personas (muchas de ellas locales, aunque también procedentes de municipios cercanos o la capital, desde donde viajó un autobús) siguieron a sus caballos por el centro de la localidad en una nueva edición de la representación del AutoSacramental de los Reyes Magos, tradición arraigada en Vianos y que, tras su recuperación en la década de los 70 del siglo pasado, no para de cobrar fuerza.
Un Auto de Reyes del siglo XII fue probablemente la primera obra teatral en España y estas representaciones se extendieron por toda la geografía nacional, aunque el paso de los años hizo que cedieran terreno a celebraciones más vistosas para los más jóvenes. Apenas si se cuenta una decena (aunque los datos varían, según la fuente) con la perdurabilidad de la localidad albaceteña, donde el Día de Reyes es uno de los más grandes de todo el año y la población se vuelca para llevar a cabo una representación dramática humilde, pero muy meritoria. Para ello, ilusión y empeño sustituyen a otras motivaciones que escasean en un tiempo donde apenas quedan ayudas para este tipo de actividad.
La Plaza Mayor, con el Ayuntamiento convertido en palacio de Herodes (quien fuera monarca de la provincia romana de Judea en los años del nacimiento de Jesús), fue el centro neurálgico de la dramatización. Se trata de ocho actos, con un total de nueve personajes, representados todos ellos por vecinos de Vianos, quienes no escatiman esfuerzos para ensayar pues algunas intervenciones son de duración amplia.
Antes de las ocho de la mañana, hora del inicio de la dramatización, varias hogueras improvisadas en los alrededores de la Alcantarilla de la Bolea servían para calentar a los expectantes espectadores tras una noche de intensos preparativos. En ese paraje, se representó el encuentro de Melchor, Gaspar y Baltasar, que después siguen su búsqueda de Jesús por buena parte de la localidad.
Los momentos culminantes, y los que más aplausos de los presentes arrancaron, volvieron a ser la carrera al galope de un centurión de Herodes al encuentro de los Reyes Magos y el arranque de ira de Herodes tras conocer que los monarcas extranjeros van en busca de un nuevo «rey de los judíos». El momento en que el actor que lo encarna se arranca la barba postiza supone el culmen interpretativo de la representación.
Tras éste, llegó el turno de la adoración en la iglesia renacentista de San Sebastián, seguida de la celebración de una eucaristía con motivo de la Epifanía del Señor.
Antes de esta, las caras de satisfacción eran la tónica entre actores y vecinos, satisfechos por la continuidad de una tradición muy querida y por el hecho de contar con «más visitantes que nunca» (se pudo oír en varias conversaciones), algo a lo que ayudaron la coincidencia con el fin de semana y una benigna meteorología para estas fechas.