En el Gobierno se frotan las manos ante el "regalo" que creen que les supone que el ex tesorero del PP, el señor Bárcenas anuncie que está decidido "a tirar de la manta" sobre la financiación del que fuera su partido.
Creen que Bárcenas les ayudará a desviar la atención sobre otros asuntos que en estos momentos indignan a la opinión pública y que tienen como protagonistas al mismísimo Gobierno. Y es que de repente y de manera sorprendente el señor Bárcenas tiene un ataque de arrepentimiento en medio de la campaña electoral catalana y logra desviar la atención de todo lo que puede afectar negativamente al Gobierno para colocar en la picota, al menos ese es el intento, al PP.
El caso es que el señor Bárcenas ya hizo estas acusaciones en el 2013 ante el juez Ruz y que, salvo que presente pruebas contundentes, su credibilidad seguirá en entredicho.
Pero en cualquier caso Pablo Casado tiene un problema. El Gobierno y el resto de los partidos no le van a permitir olvidarse de Bárcenas ni de los asuntos de corrupción que salpican al PP por más que estos asuntos sean del pasado y que los que hoy se frotan las manos tampoco es que puedan dar muchas lecciones de moral política a nadie.
Pero este es el juego perverso en el que vienen participando todos los partidos, el PP también, que consiste en eso tan viejo como ver la paja en el ojo ajeno e no ver la viga en el propio, o mejor dicho, la ven pero la ignoran hasta que les pillan.
El problema de Casado es que va a tener que afrontar durante los próximos meses y, puede que durante años, el dedo acusador hacia su partido por supuestas actuaciones corruptas de algunos de sus líderes en el pasado.
Esto, sin duda, le va a mermar no solo energía, sino credibilidad.
Acaso Pablo Casado solo tiene una manera de romper el circulo en que está metido y es refundar su partido. Poner en marcha un proyecto político de centro derecha, con otras siglas, otra música, otra sede, otros colores, etc.
Se podría decir, y con razón, que en el PP hay miles de personas honradas y que por tanto dar cerrojazo al partido supone aceptar que éste está medio podrido, pero a veces solo la cirugía extrema salva la vida.
O Casado aguanta el tirón de lo que se le viene encima, que es mucho aguantar, o hace borrón y cuenta nueva. Él sabrá.