Añil destaca los cambios del Siglo de las Luces en la región

Diego Farto / Ciudad Real
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La editorial que dirige Alfonso González-Calero presentó ayer la obra colectiva 'Castilla y La Mancha en el siglo XVIII. Aproximación y miscelanea' en un acto en la Biblioteca Pública

Los territorios que conforman lo que hoy es Castilla-La Mancha tuvieron un tránsito por el siglo XVIII «mucho más interesante de lo que en principio parece», señaló ayer el responsable de la editorial Añil, Alfonso González-Calero, al referirse tanto a la situación económica y social y a las obras arquitectónicas que se erigieron en el periodo y las realizaciones literarias de autores con origen en este ámbito geográfico.

González-Calero acudió ayer a la Biblioteca Pública del Estado para presentar el libro Castilla y la Mancha en el siglo XVIII. Aproximación y miscelánea, una obra colectiva de la que es coordinador y que ha sido editada por su editorial. En el acto intervino como presentador el profesor de la UCLM Porfirio Sanz y contó con la asistencia de uno de los autores, Ángel Romera.

El editor explicó que la distinción que hace el título entre Castilla y La Mancha se hace en atención a que en el siglo XVIII «no existía Castilla-La Mancha como entidad administrativa, pero sí existían las tierras que la forman». El volumen, de más de 600 páginas, hace un análisis de la situación de estas provincias desde la economía, la arquitectura y la literatura, añade un amplio capítulo de biografías, una detallada cronología de hechos de diferente signo ocurridos en el territorio y como apéndices dos textos de la época, Viaje a La Mancha, de José de Viera y Clavijo; y Viaje a La Alcarria, de Tomás de Iriarte.

Como muestra de esa relevancia de la región en el siglo XVIII, señaló que «los primeros sociales importantes de España fueron en una fábrica de telas de Guadalajara, que registró las primeras huelgas en el siglo XVIII», mientras que en el ámbito arquitectónico se realizaron «obras religiosas muy importantes», como es el caso de la Casa de la Caridad de Ciudad Real o la ermita del Cristo de Miguelturra.

Del mismo modo, destacó la aportación de personajes como el cardenal Lorenzana, arzobispo de Toledo y el obispo Palafox, de Cuenca, además de otros prelados.

Por su parte, Porfirio Sanz reconoció que si bien La Mancha tuvo un importante proceso de transformación en el denominado Siglo de las luces, advirtió que «si comparamos las reformas con las que tuvieron lugar en otras ciudades como Valencia, Sevilla o Madrid, veremos que no fueron tan profundas, quizá porque el peso de la tracción fue mucho mayor».

Por su parte, Ángel Romero señaló la importancia de la obra literaria escrita en este periodo por autores vinculados a La Mancha, aunque en algunos casos no se haya vuelto a editar en más de 200 años. Igualmente llamó la atención de las obras editadas en Italia por jesuitas manchegos expulsados por el edicto de Carlos III.