Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


No le olvidéis

29/09/2023

Aunque no es la primera vez que me llega un mensaje desde el interior de una cárcel, el último que he recibido arrastra una historia que obliga a detenerse. Es una nota de audio privada a través de WhatsApp y me autorizan a transcribir su contenido: "Buenas, Antonio. Mi nombre es Santiago Sánchez y soy un turista español que lleva un año preso en Irán. Siendo inocente, me dicen que todo va a ir bien, que voy a salir pronto, pero llevo un año escuchando falsas esperanzas. Ya no puedo más y he empezado una huelga de hambre. No me quedan ni lágrimas. Me va a doler mucho cuando mi madre escuche estas palabras porque intento hacerme el fuerte y decirle que estoy bien. No me olvidéis".

Santiago no es ni un terrorista ni un espía, como mantienen las autoridades iraníes para justificar su injusto cautiverio. En ningún caso pretendía atentar contra la seguridad del Estado de Irán. En realidad, es un rehén sin cargos cuyo único delito es el de estar en el lugar inadecuado en el momento más inoportuno. Este joven madrileño con orígenes en el pueblo alcarreño de Henche cruzó la frontera de esta república islámica dentro de un reto solidario en el que tenía previsto recorrer a pie más de 6.000 kilómetros. El objetivo era llegar a Qatar, sede del último Mundial de fútbol, y entregar por el camino material y alimentos a personas necesitadas. También contribuir a un planeta mejor recogiendo residuos, plásticos y plantando árboles a su paso. "La idea del viaje es también motivar a cualquiera de que se puede llegar lejos con poco", contaba él mismo antes de partir. Era una especie de reconciliación con la propia vida.

Salió de España a principios de enero de 2022, cruzó Francia, Mónaco, Italia y llegó a Albania a través de la costa adriática. Pasó por Grecia y desde allí partió a Turquía. Justo cuando entró en Irán fue detenido en Saqquez, en la frontera con Irak. Por aquel entonces llevaba ya ocho meses de singladura por medio mundo. Era el mes de octubre e Irán estaba inmerso en una escalada de revueltas sin precedentes tras la muerte de Mahsa Amini, la joven iraní que fue arrestada por la policía de la moral por llevar mal colocado el velo y que falleció en comisaría, supuestamente, por la brutal violencia ejercida por los agentes. Según ha explicado la propia familia, a Santiago le acompañaron a visitar la tumba de Amini y cuando se disponía a tomar unas fotos de la tumba fue detenido.

Durante todo este tiempo, no ha trascendido mucho más porque la familia y los amigos han atendido a todas las recomendaciones tanto del Ministerio de Asuntos Exteriores como de la propia Embajada de Irán en Madrid. A finales del año pasado, en una concentración silenciosa junto a esa delegación iraní, la madre midió escrupulosamente cada una de sus palabras: "Si Santiago les ha podido ofender en algo, yo, su madre, les pido disculpas en su nombre, aunque estoy segura de que él también las ha pedido". En cualquier relación diplomática la prudencia y la discreción son las mejores armas y nadie les podrá reprochar que no lo han cumplido, a pesar del dolor que conlleva ver pasar el tiempo y que tu hijo se va consumiendo entre rejas sin haber cometido ningún delito.

Ha pasado un año y es tiempo suficiente para que las autoridades redoblen su presión, si es que la han ejercido en algún momento. No hay que caer en la ingenuidad y limitarse a recordar que en el Gobierno de España -por muy en funciones que esté- hay un partido que ha mantenido una especial relación con el régimen de los ayatolás. Es un asunto que va más allá y que contiene numerosas aristas, pero la agonía de este joven no se puede prolongar más.