«Quiero darle vida a Alarcos, que la gente esté con nosotros»

D. A. F.
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La presidenta de la Hermandad de la Virgen de Alarcos, Frasi López, explica sus propuestas para reforzar la presencia de público en el cerro

«Quiero darle vida a Alarcos, que la gente esté con nosotros» - Foto: Rueda Villaverde

Nacida en Ciudad Real, Frasi López tiene una larga trayectoria en el mundo de los festejos en la capital, ya que es presidenta de la Federación de Peñas y, desde marzo, presidenta de la Hermandad de Alarcos, donde reemplazó a Antonio Baptista un mes antes de que falleciera.

¿Cómo surgió la decisión de acceder a la presidencia de la hermandad?

La decisión fue de Antonio Baptista y de los vocales de la junta directiva que estaban con él. Empezaron a decir que querían que les ayudase, que la mejor persona era yo. Para mí eso es lo máximo, que una persona me tenga reconocida de esa manera. Decían que era la mejor persona para ser la presidenta de la Hermandad de Alarcos al estar y haber estado trabajando con ellos durante cuatro años y preparando todo con ellos. Creían que podía darle un impulso.

¿Qué le impulsó a aceptar esa propuesta?

Dije que sí hace poquito tiempo. Fue cuando nos juntamos para darle una placa al hermano mayor, Juan Alba, ya que lleva muchísimos años trabajando, igual que Antonio Baptista, para la hermandad. En ese momento, Antonio sacó una medalla y dijo que como presidenta que iba a ser de la Hermandad de Alarcos que me tenía que poner él la medalla de oro de la hermandad. Le contesté que todavía no había dicho que sí a quedarme como presidenta. Baptista insistió en que me tenía que quedar, que confiaba mucho en mí. Por todo eso, digo, y lo diré siempre, que lo que pretendo es llegar a la altura de Antonio, porque llevó muy bien la Hermandad y quiero, por lo menos, igualarle en esos 40 años de dedicación. Creo que sabía que le iba a pasar algo y por eso insistió tanto en que yo fuera presidenta.

¿Cómo recuerda Alarcos en sus primeras visitas?

Recuerdo que era una romería muy vivida, no tiene nada que ver con la de ahora. Había una fila inmensa de coches, no podías ni aparcar, estaba todo lleno. También todos los romeros que subían andando hasta la ermita. Estaba lleno de niños, pero ahora hay muy pocas familias y eso es triste porque lo que queremos es que la gente joven coja nuestras tradiciones y siga con todo lo que estamos haciendo. Hay que darle otro aliciente a Alarcos. Quiero recuperar esa devoción que la gente tenía a la Virgen de Alarcos, que es la que tengo. 

¿Qué propuestas han hecho para incorporar como novedades?

Antiguamente en la parte de abajo, donde están las oficinas y talleres del Parque Arqueológico, se hacía baile, venían muchas atracciones para los niños, juegos... La gente iba a la ermita, pero realmente todos los romeros estaban abajo. Al ver que eso se está perdiendo, queremos recuperar esa actividad junto a la ermita, para que la gente, por lo menos, se quede con nosotros, con las peñas, con las hermandades, las asociaciones. Hemos presentado un proyecto para hacer el baile y algunos concursos en la parte de arriba. Ya hacemos desde la Federación de Peñas el concurso de limoná, pero queremos que no se quede ahí, sino hacer más juegos. Vamos a hacer una recreación histórica con la Asociación Batalla de Alarcos y un concurso con los Arqueros de Don Gil. Queremos hacer más cosas, pero ahora mismo la Hermandad no tiene medios económicos para realizarlo. Queremos recuperar también el bar que está al lado de la Casa de la Hermandad, para que no esté cerrado y nos gustaría gestionarlo nosotros, para que la gente vea que todo está funcionando, que no hay nada cerrado, queremos darle vida.

¿Cuál es su momento más especial vivido en Alarcos?

Cuando ves a la Virgen, cuando ves la devoción de la gente. Yo tuve la suerte de pasar de jovencita al Camarín, donde le iban dejando todos los objetos a la Virgen. Cuando vi que los trajes de comuniones, los enseres, los anillos, el oro... todo lo que pensaban que era lo de más valor de cuanto tenían lo dejaban, me quedé con esa sensación de percibir la devoción de la gente a Nuestra Señora de Alarcos.