Combatir la adicción con el Proyecto Hombre

Hilario L. Muñoz
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La ONG traslada su sede en la provincia y llega a la capital con sus 80 usuarios y su manera de intervenir y recuperar a la persona frente al abuso e sustancias, sobre todo, cocaína

Combatir la adicción con el Proyecto Hombre - Foto: Tomás Fernández de Moya

Proyecto Hombre ha trasladado la sede que abrió hace más de dos décadas en Daimiel a Ciudad Real, llevando a la capital su atención ambulatoria, los grupos con los que trabaja, en sesiones de grupo e individuales, y, sobre todo, su visión para atender el mundo de las adicciones. En la avenida de Pío XII, en la antigua casa del cirujano Rafael Ruiz, se ha instalado este proyecto, buscando un espacio que tuviera numerosas salas, patios y espacios donde charlar o tomar un café, con los 80 usuarios que atiende aproximadamente y también con sus familiares, con los que también se trabaja, con el objetivo siempre de recuperar a la persona.

«La gran mayoría son consumidores de cocaína, pero hay también de alcohol, juego o cannabis», explicó Mari Carmen García, una de las dos terapeutas que atienden el centro. La otra es Miriam Pérez, en un centro que está dirigido por Esteban Díaz. Todos proceden de ese espacio de Daimiel, que surgió con un proyecto de atención en Herrera de La Mancha, en el que les cedieron una vivienda, y que, ahora, tras el fin de la donación, han decidido trasladarse a la capital. Además de la terapia, la idea con tiempo, cuando terminen de aterrizar, es trasladar a Ciudad Real su labor y sus iniciativas de prevención y sumar su propuesta a otras que desarrollan el trabajo con adicciones en la capital.

La labor de Proyecto Hombre se realiza por la tarde, de lunes a viernes. «Atendemos a un perfil estructurado», personas que han logrado mantener su trabajo o que mantienen el vínculo familiar, pese a las adicciones. Cada persona debe acudir dos días por semana a las sesiones de terapia. Proyecto Hombre trabaja bajo la premisa de que es necesario una labor de introspección. Hay que «profundizar y ahondar en la vida para poder detectar qué es lo que ha llevado al consumo». «En Proyecto Hombre entendemos que las adicciones son el síntoma de algo en la vida que no se ha manejado bien», expuso Mari Carmen García, ahí se concretan vivencias traumáticas, una mala gestión emocional o cualquier otro aspecto de la vida que lleva a evadirse en la adicción.

Combatir la adicción con el Proyecto Hombre  Combatir la adicción con el Proyecto Hombre - Foto: Tomás Fernández de MoyaEn este sentido, el programa tiene tres fases. La primera, unos seis meses, «el tiempo es orientativo», se llama de integración. A ella le sigue la fase de desarrollo personal, otros seis meses, y acaba en la fase de autonomía, que es la parte «donde la gente, que ya ha cumplido un año de tratamiento», ha logrado rehacer su vida. «Cuando vienen al principio, hay que recomponer muchas cosas, muchas áreas», porque no se trata solo de dejar de drogarse, esa primera fase, sino también «reestructurar el área familiar, social y ellos a nivel personal».

Como ejemplo, García recuerda que se pasa de dejar las drogas y su ambiente, a crear nuevos vínculos, con nuevas actividades como «senderismo o gimnasia», tratando de ampliar su mundo a actuaciones que «no estén vinculadas al consumo». Este proceso es del adicto, pero también de los familiares. «Si vemos que hay una problemática que se enquista con la persona que está en tratamiento dentro del ámbito familiar, pues creamos grupos de pareja, grupos de familia, para también ayudarles a resolver esos conflictos».

Aunque detrás de cada persona hay muchas diferencias, lo normal es atender personas que empezaron su adicción en la adolescencia. «El coqueteo empieza con el alcohol, del alcohol luego se pasa a consumir porros,y  de ahí luego ya aparece la cocaína, que es la sustancia predominante». El momento de entrar en Proyecto Hombre es «cuando empiezan a vivir consecuencias», cuando han perdido el trabajo o la mujer, cuando «tienen ciertas vivencias» que les hacen reflexionar sobre su vida, poner tierra de por medio, y que sean ellos su proyecto de vida.  

«En Proyecto Hombre, nos devuelven la vida, nos hacen ser felices de nuevo»

Más de 4.000 euros en un fin de semana se llegó a gastar Francisco (nombre inventado para guardar su anonimato) entre alcohol, cocaína y prostitutas. «Por mi mala cabeza, por la agresividad, por la cocaína y la marihuana», acabó en Proyecto Hombre, a sus 28 años, tras una vida de consumo desde los 11 años, de porros, y desde los 16, de cocaína, que culminó con una orden de alejamiento de su familia, otra de una de sus cuatro parejas y una hija a la que apenas podía ver. «Eso es una espiral que te chupa y cuando no te quieres dar cuenta estás metido hasta el fondo», en las adicciones y en usar la agresividad para lograr dinero. «Con un pie en la cárcel y en la ruina», resume.

En 2021 comenzó la terapia en Ciudad Real y, desde entonces, va «cogiendo vuelo, recuperando la familia» primero, y luego la relación con su hija y hasta con una nueva pareja, con la que espera otro hijo.«Había perdido todo y ahora lo he vuelto a ganar todo», explica Francisco. «En Proyecto Hombre, nos devuelven la vida, nos hacen ser felices de nuevo» y, ahora, se trata de mantenerlo.

Para llegar a este momento, Francisco ha tenido que pasar casi dos años, alguna recaída, y el descubrimiento de que tras su adicción hubo un abuso sexual, en su niñez, y bullying en la escuela. Se trata de unos abusos callados, de los que no habló siquiera con su familia. «Se lo dije a mi padre y fue lo más duro que he hecho», relata.

Si todo sigue como va, en agosto estaría dado de alta. «Estoy deseando», comenta, aunque muestra algo de tristeza por dejar «la familia» que se crea en la terapia de grupo, en el apoyo mutuo cuando hay flaqueza y en las fuerzas que se dan unos a otros.