Los Altos del Camposanto, el primer cementerio municipal

La Tribuna
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Actualmente, el cementerio de Ciudad Real en su conjunto encierra un gran número de esculturas fúnebres, de gran valor artístico. Fue inaugurado en 1834

Los Altos del Camposanto, el primer cementerio municipal

Los cementerios son el lugar donde se depositan o entierran los restos mortales de los fallecidos. A los cementerios católicos también es costumbre llamarlos Camposantos. La visita a los cementerios en la festividad de Todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos es una de las tradiciones más arraigada en toda España. Son festividades dedicadas a honrar y recordar a los seres queridos que han fallecido. 

Tradicionalmente, y hasta el primer tercio del siglo XIX, era costumbre que el enterramiento de los difuntos se realizase en los cementerios que existían anexos a los distintos templos parroquiales, ermitas o conventos. Los miembros de las familias pertenecientes a la nobleza e hidalguía, así como los benefactores de las distintas Órdenes religiosas o parroquias, eran enterrados en el interior de los templos o conventos. El ejemplo más significativo en Ciudad Real sea el sepulcro yacente del chantre de Coria y confesor de Isabel I de Castilla, el ciudadrealeño Fernando Alonso de Coca, obra hispano flamenca del siglo XV y que se encuentra en la capilla del Sagrario de la iglesia de San Pedro. 

Con la llegada a España de las nuevas ideas ilustradas, de la mano de los Borbones, se produjo un cambio en la mentalidad en lo referente a los enterramientos de los difuntos. En lugar de realizarlos en las iglesias, como había sido costumbre, lo que acarreaba algunos problemas de insalubridad, se decidió que los enterramientos se debían realizar en un lugar construido específicamente para este fin y algo alejado de los núcleos poblacionales.

Los Altos del Camposanto, el primer cementerio municipalLos Altos del Camposanto, el primer cementerio municipal - Foto: Rueda VillaverdeA comienzos del siglo XIX, Ciudad Real no contaba con un cementerio público, por lo que desde diversas instituciones se instó al Ayuntamiento a que construyese un Campo Santo o Cementerio municipal, tal como señalaban las últimas disposiciones legales. Ante la insistencia de las instituciones, la Corporación municipal optó por construir un cementerio municipal al norte de la ciudad y próximo a la Puerta de Toledo, en una zona elevada, que sería llamada con el nombre de Altos del Campo Santo y que fue inaugurado en el año 1834. A los pocos años de su inauguración, el cementerio resultó insuficiente para dar sepultura a los fallecidos de Ciudad Real, por lo que el Ayuntamiento encargó al arquitecto Cirilo Vara que ejecutara un proyecto de ensanche del cementerio, con el objeto de aumentar su capacidad. Las obras de ampliación fueron adjudicadas el 29 de octubre de 1859 al constructor Julián Muñoz. A esta ampliación le siguieron otras reformas que no se limitaban exclusivamente a elementos constructivos, sino que también se buscaba el adecentamiento del lugar, dotándolo de árboles que hicieran más placentera su visita. En 1860 se plantaron 30 árboles en el camino del cementerio y 88 en su interior.

No fue hasta 1869 cuando el arquitecto José Ramón Berenguer proyectó la construcción de una capilla y de un depósito de cadáveres. Debido al crecimiento demográfico de la ciudad, el cementerio ha tenido que ser ampliado en diferentes ocasiones. En 1873, el arquitecto Vicente Hernández realizó una nueva ampliación, incorporando la construcción de 200 nichos.

Actualmente, el cementerio de Ciudad Real en su conjunto encierra un gran número de esculturas fúnebres, de gran valor artístico. El espacio, desde el punto de vista cultural, es una especie de museo al aire libre, donde la imaginería, esculturas, lápidas y panteones, conviven con los altísimos cipreses del recinto.