Golpes en las puertas y en las paredes, lamentos, gritos y arrastrar de cadenas fueron la banda sonora que acompañó a los niños que ayer subieron hasta la primera planta del Espacio Joven para recorrer el laberinto del terror que se había comido buena parte de la galería que rodea el patio central del edificio. Pero la mayoría de ellos pasaron más risa que miedo.
Los 16 jóvenes que ayer se vistieron de brujas, zombis y monstruos para completar la fiesta de Halloween de la Concejalía de Infancia, tuvieron que hacer varios turnos para atender las visitas de los casi 300 chavales de entre 5 y 12 años que ayer se sumaron a la fiesta organizada como parte del programa del Club de los Viernes y en colaboración con el Festival Hemoglozine.
Una serie de telas blancas convenientemente pintadas creaban recovecos y estrechamientos desde donde podía saltar la sorpresa, mientras que las puertas de las habitualmente pacíficas aulas y oficinas del edificio se transformaron en misteriosos cubiles desde los que salían extraños ruidos o peor aún, los monstruos que los producían. Por si acaso, cada grupo llevaba además varios guías para ayudarles a hallar la salida.