Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


Eso que llaman olvido es el perdón

14/09/2023

La circunstancia de que el ala más provecta y conservadora del PSOE se exprese indignada ante la posibilidad de que Sánchez sucumba a las pretensiones de Puigdemont, no quiere decir que al resto de militantes de ese partido, a sus simpatizantes y a sus votantes, les haga mucha gracia la dicha posibilidad, pero no tanto por aversión al concepto de amnistía como a la corrupción de éste si no hay, como parece que no la habría, reciprocidad. Lo que resulta inaceptable para cualquiera es que al propósito de generosidad de la amnistía no corresponda el beneficiado, los muchos beneficiados en éste caso, con el compromiso de no reincidencia en los delitos amnistiados y, en consecuencia, con la renuncia expresa a la unilateralidad.

La amnistía, el olvido, el borrón y cuenta nueva respecto a la cadena de ilícitos y desafueros que se cometieron en la insurrección de los independentistas catalanes en el 17, es, o debería ser, un asunto de Estado, pues es contra éste que se produjo la sublevación, de modo que su eventual decreto trasciende las competencias de un gobierno, sea cual fuere y de cualquier color. Pero no sólo es una cuestión de Estado por eso, sino porque la magnitud y la trascendencia de la amnistía determinan hasta tal punto su naturaleza y su deriva, que se precisaría un consenso mayoritario, si no general. La obligación de Sánchez, pues, sería lograr ese consenso, convenciendo de lo benéfico de la medida a los dubitativos y hasta a los refractarios.

La amnistía, emparentada tanto con el olvido como con el perdón y con el propósito de enmienda (no el de dejar de trabajar por la independencia, sino el de dejar de sublevarse) es una gran cosa que lleva alivio, esperanza y reconciliación a personas y sociedades, razón por la cual habría que hacerla bien y no malamente, como fruto de la extorsión de Puigdemont y sus colegas de aventura. La gerontocracia del PSOE, que está más cerca del PP que del PSOE como se sabe, hiperventila al oír la palabra amnistía, pero no es a ella a quien debe escuchar Sánchez, sino al común de su partido, y de la nación, que conserva y defiende, racional y democráticamente, el sentido común.