Los más de un centenar de niños que ayer se concentraban en el salón de  la planta baja del Espacio Joven vivían en un ambiente propio del mar Caribe o el océano Índico, mientras construían con sus propias manos el vestuario pirata con el que participar en las posteriores pruebas de puntería y destreza que les permitirían mostrar sus habilidades de bucaneros.

Los piratas en ciernes se organizaron en grupos de unos quince chavales, dirigidos por dos o tres avezados marineros de la tripulación del programa de voluntariado Toma mi tiempo, que se encargaron de llevarles por las diversas mesas en las que podía elaborar sus chalecos, pañuelos, cinturones o incluso maquillarse para completar su aspecto de vagabundos de los mares.

Al mismo tiempo, los grupos se iban alternando para alejar por un tiempo del ambiente marinero y participar así en el concurso de dibujo rápido que se estaba desarrollando al mismo tiempo en la primera planta del edificio bajo el lema 'Cosas que me hacen reír'.

En este concurso, los niños de entre tres y catorce años se distribuyeron por el suelo para dibujar y colorear a su libre albedrío. Unos optaron por convertir su obra en un catálogo de actividades, otros se centraron en un juego concreto y otros apelaron a la familia o los amigos como fuente de felicidad. Y los hubo que en un alarde de intensidad creativa aprovecharon ambas caras del papel para presentar al jurado dos dibujos en lugar de uno.

Los pequeños artistas aspiraban un premio en cada una de las tres categorías establecidas en función de la edad, de tres a seis años, de siete a diez y de once a catorce años.