Integrantes de la Asociación de Galgos de La Mancha encontraron recientemente a un galgo sin vida colgado de un pinar de Tomelloso tras ser avisados por una mujer que había divisado el cuerpo mientras paseaba a su perro. El animal, según los datos aportados a La Tribuna por la presidenta de la asociación, Ainhoa Márquez, es una mestiza, aparentemente embarazada, sin chip, cuyo origen está siendo investigado para esclarecer los hechos, tras realizarse la correspondiente denuncia a la Guardia Civil.
El galgo, ese animal que en otros países se ha convertido en un perro que marca la distinción, por su nobleza, su bondad y su estilismo, en España sigue siendo por excelencia un perro de caza y eso, según lo expuesto por Márquez a La Tribuna, termina por poner fecha de caducidad a sus vidas y, en muchas ocasiones de manera «cruel». La mayoría de los galgos, explica Márquez, terminan en las protectoras, como única medida para garantizar su vida, pero eso no evita que los que mueran lo hagan en condiciones horrorosas. A este grupo pertenece la mestiza encontrada, a la que no sólo se mató, sino que se «torturó», posiblemente, dice Márquez, porque «tuvo la osadía de quedarse preñada». Entiende que esta podría ser la causa de que a esta perra se le pusiera 'a tocar el piano' o 'escribir a máquina', que es la expresión con la que se conoce a esta «muerte lenta». «En vez de ahorcar al animal, lo que hacen es colgarlo a una medida determinada que le permita tocar el suelo con las patas de atrás, hasta que agotado de soportar su peso termine muriendo». Eso explicaría, comenta Márquez, que en el lugar de los hechos se hayan encontrado diversas ramas cortadas. «Es como si el verdugo hubiera llevado la cuerda justa y hubiera estado probando alturas para conseguir esta macabra estampa». En eso, asegura Márquez, también coincidieron los efectivos del Seprona que se personaron en el lugar de los hechos para abrir las diligencias pertinentes. Hace dos años, en un pueblo de Toledo, un cazador era condenado a siete meses de cárcel por ahorcar a sus galgos.
Sin chip y sin testigos, reconoce la presidenta de la asociación de galgos, que será difícil encontrar al culpable de esta macabra imagen y de otras que confirman el poco aprecio que algunas personas tienen por uno de los mejores amigos del hombre. Pero espera que estas «horrorosas» imágenes «sirvan para que alguien reconozca al animal y que la investigación pueda seguir su cauce».
Este hecho coincide en el tiempo con otro maltrato animal, el sucedido recientemente en Carrión de Calatrava, donde un perro fue quemado vivo, que es otro de los triste finales a los que se someten a los galgos.