Antonio Serrano es uno de los grandes nombres del atletismo español. Este solanero brilló como atleta de fondo y campo a través a finales de los 80 y en la década de los 90, tomando el relevo de deportistas míticos en estas disciplinas como Mariano Haro o Antonio Prieto. En 1999 decidió 'colgar' las zapatillas para centrarse plenamente en su faceta de entrenador, donde había comenzado a hacer sus pinitos muchos años atrás.
Actualmente, es uno de los entrenadores contratados por la Federación Española de Atletismo y a sus órdenes tiene en Madrid a un grupo de 20 deportistas, en los que se mezcla veteranía y juventud.
Así, por destacar solamente unos ejemplos, dirige a figuras consagradas como Juan Carlos Higuero, Chema Martínez y Diana Martín, pero también a jóvenes valores como la carrionera María José Pérez o el solanero Ignacio Díaz Cano, habituales ya en los podios nacionales y en las categorías inferiores de la selección española.
En su currículum figuran multitud de premios y reconocimientos a su labor como técnico, que vienen a completar un palmarés extraordinario como atleta. Así, fue el primer español en bajar de dos horas y diez minutos en maratón. Lo logró en el Maratón de Berlín de 1994, con un registro de 2:09.13. Ese mismo año también se convirtió en el primer español en lograr una medalla en los Campeonatos de Europa de Campo a Través.
Además de subir al podio en numerosas competiciones internacionales, representó a España en los Juegos Olímpicos de Seúl 88 y Barcelona 92, en los Mundiales de Tokio 91, Stuttgart 93 y Gotemburgo 95; y en los Europeos de 1990, 94 y 98.
Sus inicios como entrenador no fueron por casualidad. «Es mi vocación y pasión», admite. Como estudiante de Educación Física compartía piso con Rodrigo Gavela, otro de los grandes del maratón español. «Me pidió que si le podía entrenar, acepté y después fue campeón de España y participó en los Juegos Olímpicos», recuerda Serrano, que a su vez estaba entrenado por Martín Velasco, preparador entre otros muchos de José Luis González.
También por entonces comenzó a entrenar a Natalia Azpiazu, madre de sus dos hijas, Ainhoa y Marta.
Poco a poco, comenzó a formar un grupo de trabajo hasta que en 1999 decidió retirarse como atleta y centrarse plenamente en su labor como técnico. «Los inicios no fueron fáciles. Sólo me podían contratar a media jornada y pude continuar gracias a que tenía un colchón económico de mis años de atleta. Así, pude ir tirando esos primeros años», explica.
Muchos le califican como 'el mago del fondo español', pero no conoce otra fórmula para llegar al éxito que no sea la del trabajo.
«No soy ningún mago, sino que se trata de trabajar lo máximo posible y que después caiga en tus manos un atleta que tenga buena genética para rendir a un buen nivel. También es una cuestión de ciclos», matiza, aunque a ilusión no le gana nadie. «Disfruto igual entrenando a un atleta olímpico que a un juvenil. Tengo a atletas que han tenido muchos éxitos en los últimos diez años y que ahora se acercan a su retirada. Pero lo bueno es que hay gente por detrás de nivel, aunque no tengo ninguna varita mágica», recalca.
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