El cientifico Hugh Herr, considerado el líder mundial de la biónica, fue galardonado ayer con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2016 por sus estudios que han contribuido a acelerar el proceso de integración hombre-máquina y a mejorar la vida de millones de personas discapacitadas, además de aumentar las capacidades del ser humano.
El galardonado, al que en 1982 le fueron amputadas las piernas tras un accidente de alpinismo debido al daño causado en los tejidos por la congelación, ha dedicado desde entonces su vida al progreso de la ciencia y la tecnología básica para permitir la reparación biónica de los seres humanos.
Herr, «profundamente conmovido al recibir el Premio», mostró su esperanza de que este reconocimiento arroje luz en la misión de acabar con la discapacidad humana durante el siglo XXI.
El jurado recoge en su acta que «Herr ha desarrollado las primeras prótesis que logran emular la locomoción humana, permitiendo superar discapacidades, como la que él mismo tiene».
«Las investigaciones pioneras de Herr en biomecatrónica, combinando inteligencia artificial, neurofisiología y robótica han dado lugar a una nueva clase de prótesis inteligentes, controlables por el cerebro. Sus métodos se basan en un conjunto de disciplinas científicas y tecnológicas de vanguardia, con un impacto significativo en personas con discapacidades, a través de elementos ortopédicos adaptables que permiten movimientos similares a los fisiológicos», apuntó el fallo.
Además, ha desarrollado exoesqueletos que, «como estructuras externas y adaptadas al cuerpo, permiten potenciar las capacidades físicas humanas. Estas contribuciones están acelerando la integración hombre-máquina, lo que permitirá mejorar la calidad de vida de millones de personas», añadió el tribunal.
Manuel Toharia Cortés, director científico del complejo Ciudad de las Artes y las Ciencias, señaló que Herr ha inventando el concepto de la biometrónica, que combina la biología, la mecánica y la electrónica, y, además, ha creado un laboratorio de esta disciplina en el prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Technology).
En sus investigaciones, «ha conseguido una auténtica integración entre una cosa artifical, que llamamos máquina, que tiene capacidad propia con sensores, y conectada con el cerebro».
Múltiples usos.
Pero la ciencia biónica no se detiene solo en las personas que padecen una disminución física, sino que es aplicable a muchos otros campos. En este sentido Toharia Cortés se referió al desarrollo de los exoesqueletos, «elementos externos que unidos con nuestra cabeza nos permiten hacer cosas que tú no puedes hacer», indicó.
Se trata de equipamientos que «no solo pueden servir para personas discapacitadas, sino también para mejorar las capacidades de todos», y puso el ejemplo de una señora mayor que no puede levantar un peso, y lo consigue con estos aparatos.
«Las posibilidades son infinitas. Herr ha abierto una puerta. No me extrañaría que fueramos a un mundo de hombres-máquina», añadió.
Por su parte, el científico Amador Menéndez Velázquez, que conoce personalmente al galardonado, explicó que desde el momento en el que le amputaron ambas piernas, Herr «dedicó toda su vida a desarrollar unas prótesis biónicas inteligentes que le permitiesen volver a correr y a escalar». Recordó que entonces era un alumno mediocre, pero a partir de ese momento estudió medicina y mecánica, y creó la disciplina de la biomecatrónica, que le ha permitir volver a hacer los deportes que antes realizaba. Lo considera, además, un «ejemplo de tecnología irruptiva», «un modelo de superación del ser humano».