Aproximadamente, el 50 por ciento de la población occidental padece hemorroides en algún momento de su vida, según los datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Sin embargo, esta dolencia suele provocar un pudor que impide a gran parte de las personas afectadas hablar abiertamente sobre ella. Como explica Julio Maset, médico de Cinfa, «en lugar de acudir al médico, los pacientes con molestias leves tienden a ocultar esta enfermedad o a tratarla por su cuenta sin un diagnóstico adecuado, con medidas que muchas veces no son efectivas o solo pretenden controlar el dolor».
Las hemorroides, conocidas coloquialmente como almorranas, son estructuras venosas situadas en el canal anal y que, por diferentes causas, se dilatan e inflaman. Internas o externas y de tamaño variable, son más comunes en adultos de entre 25 y 60 años y en hombres que en mujeres.
Los síntomas varían en función del nivel de gravedad de la enfermedad y de la localización. Las internas suelen relacionarse con picor y pequeños sangrados asociados a la defecación (manchar ligeramente de rojo el papel higiénico). Las externas generan molestias más o menos leves como picor, inflamación de la piel, ardor, dolor y tienen más tendencia a trombosarse (aparición de coágulos en esos vasos que constituyen la hemorroide) lo que suele causar bastante dolor. Las hemorroides internas pueden prolapsar (salen al exterior) y llegan a permanecer fuera del esfínter la mayor parte del día, lo que aumenta la posibilidad de que se trombosen lo que puede resultar muy doloroso.
Como recuerda el experto de Cinfa, «estos síntomas suelen agravarse durante el verano, ya que los cambios en la dieta y el mayor consumo de alcohol, cambian los hábitos intestinales. También el calor genera un efecto dilatador en las venas que aumenta la inflamación de las hemorroides».
Causas frecuentes
Estreñimiento, sedentarismo y malos hábitos alimentarios son las causas más frecuentes de esta enfermedad, sobre todo la primera, debido a que el esfuerzo realizado durante la defecación incrementa la presión sobre las hemorroides. No obstante, la herencia genética, el esfuerzo sobreabdominal causado por el embarazo, el sobrepeso y la edad avanzada pueden influir en su aparición.
Asimismo, el sedentarismo especialmente, y los hábitos alimentarios incorrectos como el abuso de especias, grasas y picantes o el consumo de alcohol constituyen factores de riesgo de este problema de salud. Por tanto, aunque las cremas y supositorios de alivio sintomático ayudan a reducir la inflamación o el picor, la prevención juega un papel fundamental a la hora de aliviar las distintas molestias y evitar el progreso de la dolencia, que podría acabar requiriendo una cirugía.
Para evitar el estreñimiento, es fundamental practicar ejercicio físico de forma regular, una dieta equilibrada y rica en fibra, e ingerir líquidos. De este modo, se asegura un mejor tránsito intestinal y la rutina en las deposiciones se vuelve más regular y suave.
También el uso de compuestos venotónicos, que mejoran el tono venoso y aumentan la resistencia capilar, pueden ser útiles. Y si el dolor persiste o es muy agudo, debe consultarse con un profesional médico para que evalúe otras opciones, como la cirugía o la ligadura.
«En realidad, solo con adoptar hábitos dietéticos e higiénicos adecuados, las personas que sufren esta enfermedad conseguirán mejorar su calidad de vida, sobre todo, ahora que nos encontramos a las puertas del verano y en un año en que las temperaturas están siendo especialmente elevadas», añade el doctor Maset.
Prevenir y tratar
1 Pierde la vergüenza. Los afectados deben consultar al médico cuanto antes.
2 Sin prisa, pero sin pausa. Es importante evitar reprimir el deseo de defecar o permanecer demasiado tiempo en el retrete.
3 La fibra, una gran aliada. Las personas proclives deberían aumentar en su dieta la cantidad de fibra que toman.
4 Recuerda la lista de productos prohibidos. Intenta evitar los picantes, grasas y especias y alimentos que puedan producir gases.
5 Ingiere líquidos. Toma al menos dos litros diarios, ya que una hidratación correcta favorece las digestiones y la evacuación.
6 Combate el sedentarismo. Incorporar a tu rutina un poco de ejercicio físico, muy efectivo para agilizar el tránsito.
7 En el trabajo acolcha el asiento y camina durante las pausas.
8 Cuida tu higiene anal. Evita rascar las hemorroides y, tras ir al baño, limpia la zona con agua fría o tibia y un jabón neutro, pero sin excederte.
9 Valora el uso de tratamientos específicos como pomadas antihemorroidales y supositorios desinflamantes.
10 Recurre a los anestésicos naturales. Si el dolor es muy intenso, haz secuencias de calor-frío o usa compresas de manzanilla.