La única esperanza -aunque remota- que le quedaba a la central térmica de Puertollano conocida como ‘la Sevillana’ era su reconversión a una planta de ciclo combinado de 500 megavatios (más del doble de su potencia actual), planteado por su antiguo propietario -E.ON- antes de iniciar los trámites para el desmantelamiento de una instalación cerrada ya desde octubre de 2013. Los nuevos gestores, de la empresa Viesgo Generación, han rechazado esta posibilidad y seguirán adelante con el proceso de desmantelamiento, que se extenderá hasta mediados del próximo año, aproximadamente.
Fuentes de Viesgo Generación consultadas por este diario explican que «dada la situación de mercado y el entorno de demanda, no nos planteamos reconvertir la central» y añaden que «además, la instalación una vez desmantelada tampoco lo permitiría». Es por ello que «lo más inmediato» para esta compañía sea completar el desmantelamiento de la central, «un proceso iniciado hace varios meses y en función del cual ha dejado de poder ejercer su función». Estas mismas fuentes señalan que el objetivo del desmantelamiento es poner la central en ‘seguridad’ y cumplir con los requisitos que se establecieron en el plan de cierre». Una vez puesta la planta situada en la carretera de Mestanza en ‘seguridad’, «se tomará una decisión, para la que contamos con varias ofertas sobre la mesa».
Las tareas de desmantelamiento que se acometen en esta central térmica, cuya potencia es de 220 megavatios, afectarán al conjunto de la planta, puesto que «durante el proceso de ponerla en ‘seguridad’, dejará de poder desarrollar su función». No obstante, la única parte que será demolida será la torre de refrigeración, para lo cual la Junta Local del Ayuntamiento de Puertollano concedió este miércoles la licencia de obras, tal y como publicó este diario en su edición de ayer.
Desde Viesgo Generación hacen hincapié en que el desmantelamiento de la central no debe confundirse con la voladura de la torre de refrigeración, que constituye sólo una de sus partes. La voladura se hará en una «fase única» y se llevará a cabo mediante el uso de cargas «muy pequeñas» de explosivos que tienen por objetivo «causar el colapso de puntos críticos de los elementos estructurales que harán caer la torre». Se trata de una fase «muy breve, de apenas tres o cuatro segundos» que se acometerá previsiblemente a finales de este mes o a primeros de diciembre.