Al ritmo de los enamorados

Hilario L. Muñoz
-

El segundo de los grandes montajes en Almagro de la CNTC muestra una versión de la Discreta Enamorada en la que que la Compañía Nacional vuelve a su ser convirtiendo en moderno aquello que es eterno. Hasta el 23 de julio en el Festival de Almagro

Al ritmo de los enamorados - Foto: © Pablo Lorente

Cinco minutos antes de que comience La Discreta Enamorada de la Joven Compañía Nacional de Teatro uno sabe ya que está ante una propuesta diferente. Sobre el escenario, hay una escenografía, casi sin rematar, como los jóvenes que tienen prisa y dejan un cuarto a medio recoger. Técnicos y todo el elenco, amplio con los siete personajes principales y un buen puñado de músicos, se afanan en dejar todo listo y cuando está, empieza a sonar la música, culminando en techno. Diez minutos de pura magia, que trasladan al espectador a la España del Siglo de Oro, como solo lo pueden hacer las grandes obras, desde las gafas del siglo XXI.

A partir de este momento, la obra se convierte en una sucesión de canciones, de sonetos y de la magia de Lope de Vega, en la que todos los actores van siguiendo sobre el escenario lo que acontece en cada espacio. Cuando el espectador se indigna por lo que oye, los actores y músicos se indignan con él; cuando los espectadores se ríen, todo el elenco lo hace; y cuando los espectadores se enamoran, también ocurre así en todo el escenario. Pura magia en la que el teatro representa al mundo. 

El ingenio de Lope sirve a esta propuesta conjunta de la CNTC con el teatro Soho CaixaBank y teatro Cuyás para dar una obra fácil de seguir, de verso sencillo y risa inteligente. Una serie de enredos en la que Fenisa se enamora de Lucindo, quien está enamorado de Gerarda, pero que ella no le quiere ni a él, ni a Doristeo, con el que también coqueta. Mientras el padre de Lucindo, el capitán, le ha pedido matrimonio a Fenisa, pese a que la madre de esta, Benisa, pensaba que se lo iba a pedir a ella. Un lío del Fénix de los Ingenios que se va tejiendo hasta llegar al desenlace final, en el que los personajes han crecido, Benisa, beata al inicio, acaba moviendo las caderas en la alcoba al son de la 'discreta enamorada', y Gerarda, ciega por su ego, aprende del amor que observa en el resto de personajes. 

Al ritmo de los enamoradosAl ritmo de los enamorados - Foto: © Pablo Lorente

La grandeza del teatro Adolfo Marsillach permite que este texto dirigido por Lluís Homar se muestre en su esplendor, recorriendo todo el escenario, que está presidido por unas letras iluminadas Hope, esperanza en inglés, símbolo del deseo, del amor y de que los sueños pueden acabar cumpliéndose. 

Homar en esta obra muestra su lado más cómico, convertido en padre engañado por los jóvenes, gracioso en cada momento de la obra. A su lado Montse Díez resulta creíble y graciosa como Benisa, siguiendo su camino desde casta y pura, a ardiente conforme avanza la obra y se desabrochan los botones de su vestido. Más allá de ellos cada día es diferente, porque la Joven Compañía Nacional realiza un montaje coral en el que los actores cambian de personajes. Cristina Martín-Miro, Felipe Muñoz, Cristina García, Ania Hernández, Xavi Caudevilla y Antonio Hernández fueron los actores en la llegada de esta obra a Almagro, tras estrenarse en Málaga hace unas semanas.

La obra es un acierto más de este festival en el que la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha ganado enteros y ha vuelto a su ser, convirtiendo en moderno, aquello que es eterno. Hasta el 23 de julio puede verse y aún quedan entradas.

Más fotos:

Al ritmo de los enamorados
Al ritmo de los enamorados - Foto: © Pablo Lorente
Al ritmo de los enamorados
Al ritmo de los enamorados - Foto: © Pablo Lorente