El depósito de la Intervención de Armas de la Guardia Civil es un almacén con mucho de 'museo' porque, a pesar de que carece de vocación expositiva, constituye todo un recorrido por la historia reciente del armamento, y no sólo de fuego, y por los delitos en que muchos de estos útiles de matar han estado involucrados.
En el de Ciudad Real hay registradas unas dos mil armas de fuego de las que alrededor de 1.200 van a ser convertidas en chatarra, 400 por orden de la autoridad judicial y 800 porque su licencia de uso ha caducado. En la colección hay algunas armas que llevan en el depósito más de cuarenta años y, entre ellas, destaca por su antigüedad un 'naranjero', el subfusil fabricado por el Gobierno de la República durante la Guerra Civil. Al lado de esta reliquia encontramos escopetas con los cañones recortados empleadas en atracos: son más fáciles de ocultar y causan una mayor dispersión de los perdigones que disparan; la mayoría son armas sustraídas, con el número de serie borrado, y las hay de 1981, explica el responsable de la Intervención de Armas de la Comandancia.
Pero no todo lo almacenado precisa de balas para causar daño. También se guardan un buen número de bastones de fabricación casera y cuyo nombre ya indica su uso, 'rompecabezas'; es un palo con una punta repleta de clavos y los hay de todos los estilos y tamaños. Al lado se encuentran puños americanos, estrellas ninja, fusiles submarinos, un arpón, navajas de casi un metro de hoja, defensas eléctricas, capaces de dejar fuera de combate a un oponente de una descarga, y algo tan curioso como bolsos con empuñadura tipo puño americano procedentes de terceros países, donde la legislación en materia de armas y explosivos es más permisiva. Sin embargo, en España, estos bolsos están catalogados como armas prohibidas, extremo que desconocían los titulares de los establecimientos que los tenían a la venta cuando fueron intervenidos por la Guardia Civil.
Cada año, la Guardia Civil procede a la destrucción de cientos de armas que han sido intervenidas, bien por estar prohibidas o por haber sido utilizadas en la comisión de hechos delictivos, como por el ejemplo el arpón, o infracciones administrativas. También quedan reducidas a chatarra las armas que han sido voluntariamente depositadas por sus propietarios por no de reunir los requisitos exigidos para obtener o renovar las licencias de armas y que, cumplidos los plazos establecidos, no han sido adjudicadas en subasta.
El año pasado cuatro de cada cinco armas subastadas quedaron reducidas a chatarra. Salieron a subasta 502 armas, aunque 28 de ellas fueron retiradas de la puja antes de que finalizara el proceso de adjudicación por distintos motivos. Al final, una vez vistas las ofertas presentadas, se adjudicaron sólo 92; el número de armas destruidas fueron de 382, el 80% del total a subasta.