Amigo Sancho, espero que al recibo de ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios.
A estas horas ya habrás leído y oído mil y una opiniones sobre el luctuoso suceso ocurrido en las inmediaciones del campo del Atlético de Madrid, el pasado domingo entre los energúmenos de uno y otro equipo, pocas horas antes de que se enfrentasen los rojiblancos al Deportivo de La Coruña en un encuentro que en principio no tenía más interés que el ver cómo los locales seguían en su línea de cosechar puntos en su feudo, o por otro lado, ver la posibilidad de que los gallegos diesen la sorpresa de la jornada sacando algo positivo del feudo madrileño.
Con estos aditamentos, nadie, absolutamente nadie, podía pensar que se iba a producir un enfrentamiento brutal, ilógico, absurdo y cuantos adjetivos quieras añadir, entre unos y otros, y mucho menos que acabase con la muerte de un seguidor del equipo visitante.
¿Me permites hacerte una pregunta? Tú que representas la sabiduría del pueblo llano y que tienes una visión positiva de la vida, ¿entiendes que más de cien personas se junten para apalearse unos a otros, con todo tipo de armas, sin más interés que el de apabullar al contrario, y encima disfrazando sus intenciones de seguidores de un club, cuando en realidad por lo que se enfrentan es por ideas políticas? ¿Cómo es posible que estas personas saquen de sí mismas lo peor que tienen con la sola intención de eliminar a quien no piensa como él?
A través de las imágenes de televisión se nos ponen los pelos de punta viendo cómo una persona es arrojada al río, después de haberle dado una monumental paliza, según comentan los testigos directos que vieron lo que estaba sucediendo. No lo entiendo. Espero que alguien tenga el suficiente sentido común para que estos hechos no se vuelvan a producir. La mala hierba hay que arrancarla.
Cambiando de escenario, el pasado domingo estuve en Manzanares, donde presenciamos un partido la mar de interesante con la incógnita del resultado pendiente de un hilo. Tan es así que el empate final (1-1) se produjo en los últimos suspiros del encuentro, que se había desarrollado con la deportividad por bandera, y donde buenos amigos, unos en un lado y otros en el otro, defendieron los intereses, como no puede ser menos, del club en el quemilitan.
Unos cedieron el campo a su oponente. Otros se aprovecharon llegando con cierta asiduidad a la portería contraria y creando varias ocasiones de gol, pero hete aquí que cuando faltaban diez minutos para irse en busca de la reparadora ducha, llega Crístofer y engancha un tiro de esos imparables poniendo por delante al Deportivo.
Los locales ni se amilanan ni se ponen nerviosos, ¡qué va!, siguen a su marcha y logran el empate cuando quedaba un suspiro para terminar.
Empate que a unos alegra más que a otros, pero con la filosofía de que lo importante es que hay que sumar y ambos lo consiguieron.
Bueno Sancho, nada más por hoy, recibe un abrazo de éste tu amigo que lo es.